Los Doce Curadores. Reflexiones. Parte II
En cierto sentido, estos remedios (Los Doce Curadores) están pensados como configuraciones arquetípicas e invariantes del espíritu humano que señalan los doce pasos del sendero de la evolución del Alma y los doce defectos que corregir, pues tal como dice Bach: «Las faltas de nuestra naturaleza están expresadas por doce diferentes estados de ánimo, cada uno de los cuales tiene una hierba correspondiente que restablece nuestra salud».
Es muy interesante la observación que Bach hace en un breve texto de 1933, Los Doce Curadores. Allí plantea que «si ahora pensamos en los doce atributos de Cristo que aspiramos a conseguir, y que Él vino a enseñarnos, encontraremos las doce grandes lecciones de la vida. Y, mientras, por supuesto, las aprendemos, no dudemos en concentrarnos en una en particular. Esta lección viene indicada por la posición de la luna en nuestro nacimiento, mostrándonos cuál es el principal objetivo de la vida». A continuación Bach enumera los defectos, las virtudes y las flores correspondientes. Ésta idea de los atributos de Cristo es una concepción gnóstica que hay que tener presente en relación a este tema.
Cuadro de Bach
Remedio: Cualidad a desarrollar – Falta
Agrimony Calma – Atormentado
Scleranthus Determinación – Indecisión
Vervain Tolerancia – El entusiasta
Clematis Bondad – Indiferencia
Chicory Amor – Congestión
Gentian Comprensión – Desaliento
Water Violet Alegría – Aflicción
Centaury Fuerza – El esclavo
Impatiens Perdón Dolor
Cerato Sabiduría – El necio
Rock Rose Coraje – Terror
Mimulus Compasión – Miedo
Una vez que Bach termina con el trabajo de los Doce Curadores se retira a descansar a Cromer. Allí, pronto se da cuenta que existen una serie de estados crónicos que impiden a la persona enfrentarse con su tema esencial de personalidad. Así, entre 1933 y 1934 Bach revela los Siete Ayudantes en dos series: los primeros cuatros y los tres siguientes. Aquí tenemos otro momento de inflexión en dos pasos
Los ayudante son remedios que Bach piensa como estados crónicos en donde la persona se ha acostumbrado tanto a la enfermedad que la visualiza como formando parte de su propia naturaleza, pero que, a la vez, encubre y no permite ver lo que ella es en realidad. Bach dice que:
(…) «estas personas han perdido mucho de su individualidad y necesitan ayuda para salir del callejón sin salida en el que se han metido […]. Son personas que dicen: «Padezco esta enfermedad desde niño y no puedo esperar verme libre de ella», o se han tornado enfermos desde hace tanto tiempo que se han resignado a la idea de que nada puede ser hecho; o, quizás, son personas, que consideran que el mal humor o los resfriados constantes o la persistencia de cualquier enfermedad son como parte integrante de su propia naturaleza.
De hecho, especialmente en ciertos casos de irritabilidad, nerviosismo o inhibición, o casos similares, estos males son aceptados como parte del carácter, aunque ellos son realmente conscientes de que no es su propio Yo […]. Los defectos de nuestro carácter, o la resignación a las debilidades corporales, sólo pueden superarse si existe el deseo de curación, y los Cuatro Ayudantes [aún no había llegado al descubrimiento de los otros tres] nos liberarán de dicho estado, conduciéndonos al nivel de los Doce Curadores.”
De modo que, los Ayudantes presentan como signatura: la desesperanza de curarse (que funciona de un modo no consciente), la integración de la enfermedad como rasgo de carácter, síntomas de larga data y que se viven, sin embargo, como algo ajeno; son máscaras encubridoras (y por lo tanto defensivas) de la personalidad así como sistemas de creencias.
En el otoño de 1933 Bach escribe y publica Los Doce Curadores y los Cuatro Ayudantes y un poco más tarde continúa la búsqueda de los tres ayudantes que necesitaba. En julio de 1934 da a conocer Los Doce Curadores y los Siete Ayudantes.
Durante 1935 busca y prepara los 19 remedios que completan su sistema. Una nueva inflexión. Estos nuevos remedios son esencias que actúan sobre los estados críticos de las personas, situaciones en las cuales se han quedado atoradas o traumáticas y se relacionan, para Bach, con estados “más espiritualizados”.
Sin embargo, entre fines abril y junio de 1936 Bach decide cambiar el orden de presentación de su sistema y agrupa los 38 remedios en siete epígrafes que han venido a llamarse grupos emocionales, ordenamiento que tiene sus bases (los siete nosodes, los siete defectos, la siete virtudes…) pero que persigue (tal como lo expresa Bach) un afán de simplificar y facilitar el abordaje y comprensión del sistema terapéutico que él propone.
Podemos preguntarnos por las razones que llevan a Bach cambiar el modo de exposición de sus remedios. Al respecto, Bach solo refiere a la necesidad de simplificar la presentación de su sistema para que todos puedan comprenderlo y. en esa misma dirección lo historiza Nora Weeks en su libro Los descubrimientos del Dr. Edward Bach. Más que esto no hay nada escrito –que conozcamos- de la pluma de Bach o Nora Weeks sobre este tema, pero sin duda, esta es una última inflexión de Bach en el tema de los remedios que tengamos noticia.
Lo cierto es que el sistema de remedios que Bach legó, es susceptible de ser introducido para su estudio de tres maneras diversas. La primera de ellas, consiste en seguir la marcha histórica de Bach por los senderos de su labor de lo que resulta un modelo de ordenamiento de los remedos en tres grupos: Doce Curadores, Siete Ayudantes, Diecinueve Nuevos Remedios. Cada uno ellos poseen rasgos de aplicación y esferas de acción singulares.
En segundo lugar, tal vez, desde los meses finales del año 1935 hasta marzo o abril del siguiente, Bach configurara una relación de los remedios en dos listas: los primeros diecinueve y los segundos. Esta propuesta, de lo cual no hay mucho en Bach, y sobre la cual Lluís Juan Bautista realizó un trabajo de reconstrucción, desde el mismo texto de Bach, y Luís Jiménez otro, desde la visón alquímica, quizás daba cuenta, en el pensamiento bachiano, de las dos fases del proceso de evolución de los seres humanos en la escuela de la Tierra.
Los Curadores y los Ayudantes, en esta mirada, resultan ser las herramientas propicias para encarnar, tomar forma, apegarse, condición para que el alma aprenda, y los últimos diecinueve remedios, apuntan más a transformar las desdichas en aprendizajes, disolver las formas, desapegar. Es decir los primeros materializan el alma y los segundos almatizan la materia.
En tercer lugar, encontramos la formulación bachiana de los siete grupos, planteo en el cual desaparecen las diferencias entre curadores, ayudantes y otros remedios y todos ellos son considerados desde su escenario emocional. Sin embargo, vale la observación de la forma especial en la cual Bach describe a los Curadores. El matiz de lenguaje allí es significativo.
Estas perspectivas, reflejan fases de la investigación bachiana, y no son, en modo alguno, antagónicas. Por el contrario, se complementan y todo reside en situar las cuestiones en el punto adecuado desde donde se quieren sustentar las cosas, para lo cual, los trancos y atajos históricos de la travesía de Bach en la búsqueda de respuestas a sus preguntas de porque enfermamos y porque curamos, son vitales.