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El alma de la navidad

El alma de la navidad

Autor: Eduardo H. Grecco

email eduardohgrecco@gmail.com

25 de diciembre. Hoy es navidad. Dejamos atrás la noche buena. En estos días mucha gente se ha reunido a festejar la navidad. Se trata de nacimientos, de renovación de la vida. Pero hay muchos que no tienen nada que nazca, solo la ilusión que desde hace tiempo alientan pero que nunca se realiza. Hay quienes se sientan en una mesa y comparten en familia, pero aun así en sus corazones nada nace. Hay otros para quienes la Navidad es un tiempo cargado de tristezas que ocultan en plazas comerciales, campanas, comida, luces y cánticos. No falta para quienes es un carnaval anticipado, en donde uno se disfraza (Jo!Jo!Jo!) en lugar de todos, para repartir regalos. Santa, es un símbolo de nuestros disfraces afectivos.

Este es un tiempo en el cual muchos se niegan a reconocer el dolor que han acumulado, las frustraciones que se renuevan, la soledad que no se colma, el desamor que permanece, la injusticia que campea libremente.

Está bien que navidad sirva de consuelo, pero no solo de consuelo vive el hombre. Necesitamos algo más que fantasías e imaginarios colectivos de felicidad. La navidad, tal como se vive, se ha convertido en una droga que obnubila la conciencia y nos hace ver una realidad que no existe.

Hoy, Navidad, en lugar de ser un espacio sacro, se ha convertido en un tiempo de alucinaciones y delirios colectivos acerca de la dicha. Cuando la cruda llega, y siempre llega, hacemos reflexiones pero no aprendemos. Seguimos reiterando el monosilábico comportamiento de todos los años, nos ponemos a esperar la próxima e inútil navidad.

Tenemos que lograr hacer una revolución en nuestra existencia, alejarnos de afectos fingidos y tibios y preguntarnos qué queremos que nazca hoy en nuestra vida. Una pregunta que salga de las entrañas. Y, lo que sea que sea la respuesta, hacerlo nacer por fin. Sin más esperas, sin más “la próxima navidad”.

Les deseo a todos y todas que me acompañaron este año, que hagan nacer lo que sientan que los embaraza, que lo den a luz, sin miedos y angustias, y sin otra razón que por el hecho de que lo desean. Quizás esto nos aparte de algunas personas o lugares pero nos va a acercar al alma.

De esto trata la navidad: hacer nacer alma en cada uno de nosotros. Y, el alma lo que anhela es amor, pero del bueno. Que este sea nuestro auténtico regalo de navidad: almatizar nuestra vida, amor del bueno para nosotros y para todos los otros.

Eduardo