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Arquetipo LA MÁSCARA y AGRIMONY

Arquetipo LA MÁSCARA y AGRIMONY

Por Eduardo Grecco

Se insiste mucho sobre la relación del arquetipo de la Máscara con Agrimony.

La función de este arquetipo es envolver y defender al sujeto de los impactos y apremios de la interacción social. Cuida su intimidad y le da abrigo a sus aspectos privados y personales o a todo aquello que, de modo no consciente, desea resguardar. Por este camino impide que la identidad quede expuesta, en carne viva, a merced de las presiones de la gente pero, también, que no se esclerose detrás de una muralla de la cual ya no pueda salir más.

Cada uno tiene una imagen e ideal que lo guía interiormente en el desarrollo del modo en el cual presentarse ante sus semejantes y comunicarse con ellos para que todo resulte favorable y alcance aceptación. Esto hace que la máscara sea un importante factor de adaptación que facilita el alcanzar niveles óptimos de convivencia, cooperación e intercambio.

El contacto con esta energía, bien aspectada, permite darnos cuenta que parecer y ser son dos cosas diferentes y que la apariencia exterior no es la manantial adecuado donde abrevar para alcanzar aprobación y que, el enmascarar el dolor no es el mejor camino para evolucionar, ya que, sacrificar el ser por un parecer imaginariamente digno conduce al sentimiento de vacío y pérdida de la identidad.

En este sentido, el Agrimony, se relaciona con el arquetipo del bufón que es una imagen del “niño interior” lúdico, espontáneo y sensual, pero, también, amoral, anarquista e irreverente. Es la energía que lleva a la persona a probarlo todo incluso lo prohibido y ente sentido se vincula con otra esencia floral: Cherry Plum.

Muchas veces, esta fuerza se activa en momentos de sufrimiento, por ejemplo, ante la muerte de un ser amado. Entonces, si la persona es cautiva de este arquetipo, es posible que ponga “al mal tiempo buena cara” y funcione como si no hubiera pasado nada, como si el dolor no le afectara. Pero, lo cierto, es que cuando esta fuerza se encuentra bloqueada comienza circular subterráneamente y se convierte en una energía negativa, que tortura y desga al Yo y le impide ser autentico y creativo.

Veamos los vínculos cercanos que Agrimony tiene y cómo se comporta en ellos. La vanidad, con frecuencia, los lleva a ser presumidos y hasta descorteses e, inclusive, hasta el punto de ser hirientes y crueles, con sus palabras y observaciones. Allí, la broma, que de modo habitual está a flor de piel en ellos, se convierte en sarcasmo. Y, en congruencia con una relativa inmadurez afectiva, la mofa se asocia con una tilde caprichosa y exigente. ¿Por qué esta conducta? Es que hay en ellos una pulsión que los atrapa: destruyen lo que aman.

Por otra parte, como les cuesta hacerse responsables de sus fracasos, reveses, desengaños y problemas, resulta sencillo inculpar a los otros de sus males y, cuando lo hacen, expresan su malestar de un modo explosivo que puede llegar, inclusive, a una fuerte manifestación de ira.

Todo este cuadro genera que, cuando están bajo esta aspectación, la familia y amigos no saben muy bien cómo comunicarse y alternar con ellos, ya que, toda interacción se reviste de un carácter tormentoso. Y, a esto, se le suma que, al igual que Chicory, desarrollan con asiduidad, estrategias manipuladoras, como el chantaje afectivo, con el agregado, aquí, de intentos de suicidio que producen una conmoción en los otros que los rodean.

El cuadro se agrava por una razón esencial: en el fondo son personas vulnerables y dependientes, que sufren extremadamente.

Tal vez, algunos lectores de esta columna, vean con cierto asombro estos comentarios, pero, la clínica, demuestra, a diario, los hechos que narro. De la misma manera, no crean que he olvidado los recursos que esta flor provee o de su lado auténtico, espontáneo, creativo y abundante en paz. En absoluto. Solo que me ha parecido relevante para el arte clínico de la Terapia Floral, desnudar un mundo que no siempre es puesto en evidencia.