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El DHA un Omega-3 muy importante desde la concepción a la lactancia

El DHA un Omega-3 muy importante desde la concepción a la lactancia

Durante el último trimestre del embarazo se desarrolla la corteza cerebral (materia gris) y la madre debe suplir las necesidades de DHA y EPA del feto, para la formación de ésta parte del cerebro, por lo cual lo mejor es consumir un suplemento de omega-3 de origen marino que le permita hacerle frente a esta demanda sin poner en riesgo su propia reserva, ya que cuando esto sucede la escasez que se produce en la madre la puede llevar a la depresión posparto. Durante la lactancia se sigue supliendo de DHA al recién nacido a través de la leche materna.

El DHA o ácido docosahexaenoico es el omega-3 más importante durante toda la vida, de hecho desde antes de la concepción, ya que tanto la membrana del esperma como la del óvulo tienen que alcanzar altos niveles de este ácido graso. Es decir, en el caso de las mujeres con tres meses de anticipación los ovarios deben contar con una importante cantidad de DHA para mejorar el índice de ovulación y asegurar que si se realiza la fecundación el óvulo tenga mayores posibilidades de implantarse. En este caso el DHA se presenta en gran cantidad en las membranas, pero también en el interior del óvulo, mientras que en los varones es necesario un aporte continuo de DHA para la membrana del esperma pero también para la obtención de energía de la mitocondria del cuello del esperma, ya que esto asegura una mayor movilidad del mismo e incrementa las posibilidades de que éste alcance al óvulo atravesando una gran distancia en relación a su tamaño.

Durante el embarazo el DHA es muy importante en la formación de órganos, aunque todas las membranas celulares de todas las células del cuerpo lo contienen en diferentes cantidades, pero se hace especialmente importante en el último trimestre del embrazo, ya que lo tiene que ceder a favor del bebé a través del cordón umbilical para el desarrollo de la última parte del cerebro en formarse que es la corteza cerebral o materia gris, así como de la retina y el sistema nervioso central. La corteza cerebral es muy gruesa en el humano en comparación con los animales, es donde radican las funciones cognitivas, el razonamiento, el aprendizaje, etc., es decir la inteligencia.

Al nacer el bebé debe pesar aproximadamente unos 3.5 Kg y su cerebro debe pesar unos 350 g aproximadamente. Después de nacer la mamá le sigue dando su DHA al bebé a través de la leche materna y su cerebro se sigue desarrollando hasta los cinco años aproximadamente. Al año el niño debe pesar unos 11 Kg y su cerebro debe pesar 1.1 Kg aproximadamente, es decir sigue siendo el 10 % de su peso total, después el crecimiento del cerebro se hace más lento pero no por eso el DHA deja de tener importancia, ya que aunque solo crecerá 200 o 300 g más, el mayor crecimiento se registra justo en la zona de la corteza cerebral, de modo que se puede seguir ayudando al niño.

Cuando el cerebro deja de crecer el DHA de la dieta ayuda a mejorar la atención del niño, el rendimiento escolar, la velocidad de aprendizaje, etc., ya que se requiere de un aporte continuo de DHA para el buen funcionamiento del cerebro durante toda la vida.

Es interesante recalcar que se ha demostrado en numerosos trabajos científicos que un buen aporte de DHA durante el embarazo, la lactancia y la infancia ayudan no solo al bebé sino también a la madre, ya que disminuye el riesgo de enfermedades mentales como el síndrome de déficit de atención, el autismo y la depresión postparto.

La Secretaría de Salud de México aconseja una dosis de al menos (puede ser más) 100 mg de DHA por niño y al menos el doble para los adultos, pero durante el embarazo y la lactancia debe ser mayor para evitar carencias en ambos.

Se recomienda en las siguientes etapas:

En el Embarazo:

  • 1. Para evitar carencias de DHA en la madre y el bebé.
  • 2. Para ayudar al desarrollo del cerebro del bebé.
  • 3. Para ayudar al desarrollo de la retina y órganos vitales.
  • 4. Para disminuir las probabilidades de hipertensión en el embarazo.
  • 5. Menor probabilidad de enfermedades cerebrales (déficit de atención, autismo, etc.).

 

En la Lactancia materna:

  • 1. Mejora los niveles de DHA en la leche materna.
  • 2. Evita carencia de DHA en la madre.
  • 3. Disminuye la probabilidad de la depresión postparto.
  • 4. Continúa el desarrollo de la corteza cerebral, donde radican las funciones cognitivas (razonamiento, aprendizaje, inteligencia).

 

En el Biberón y niños mayores:

  • 1. El cerebro termina de crecer a los cinco años.
  • 2. Mejora el aprendizaje y la atención.