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El último regalo de Bach

El último regalo de Bach

Autor: Eduardo H. Grecco

email: eduardohgrecco@gmail.com

24 de septiembre de 1936: Bach cumple 50 años. Será su último cumpleaños y como un regalo lleno de significado, ese día se edita su libro póstumo: “Los Doce Curadores y otros remedios”. Allí comenta, sobre Cerato, “Aquellos que no tienen suficiente confianza en sí mismos para tomar sus propias decisiones. Constantemente piden consejo a otras personas y a menudo están mal aconsejados.” Algo parecido a lo que dos años antes había escrito en “Los Doce Curadores y los Siete Ayudantes”, con algún matiz diferente significativo: “Para aquellos que parece que no tienen ningún interés que les absorba en la vida, que no tienen demasiada confianza ni seguridad en sí mismos. Siempre piden consejo a diferentes personas pero no lo siguen, porque nunca se sienten completamente satisfechos de tener la respuesta que necesitan. A menudo desean hacer cosas que parecen necias.” Y, tal vez, ese tono distinto sea la falta de algún interés que les llene de la vida. En esto, creo que, para esta flor, es tan importante la desgana e inapetencia, como la incertidumbre. En Centaury, esta irresolución es una vacilación de la voluntad, pero en Cerato toca la identidad: al escucharlos uno tiene la sensación de que no saben quiénes son y, tal vez, la falta de motivación que dimana en su actitud sea una consecuencia de esta ausencia de una certeza de quien se es o de la carencia del impulso “… para mantener la identidad de sí mismos en la vida.” (Julian Barnard)

Esto, quizás, sea parte de la razón de que sean personas sensibles al ambiente que las rodea pero, sin embargo, al igual que Vervain, carentes de mucha capacidad de empatía, calidez y ternura. A diferencia de Agrimony que de modo natural resulta alguien amistoso y participativo, con quien todos quieren estar, Cerato no es un tipo floral que se adapta con destreza al medio social que le toca estar. Pero, por otra parte, al igual que Vervain y Chicory, y hasta cierto punto Agrimony, Cerato anhela dejar un legado, huella o mensaje para la humanidad (“Deben ser maestros e instructores sabios…” Bach). A diferencia de Vervain que en territorio extraño de modo sencillo se integra a él rápidamente, Cerato se siente perdido y en lugar de intentar aprender y comprender por sí mismo, demanda que otros le digan que hacer y por esa vía les entrega el control de su vida. Por esto, la tarea de Cerato consiste en fortalecer la conexión de la persona con la fuerza interior que la guía. Tal disposición conduce a dejar atrás la necesidad de buscar el asentimiento y aprobación de los otros y escuchar la voz de los propios deseos y certezas, en suma: la pujanza del conocimiento interior.