El secreto en el arte de la clínica floral
Autor: Eduardo H. Grecco
email: eduardohoraciogrecco@gmail.com
( 6 enero 2017 )
Voy a hacer un alto en mi reflexión sobre Bach. Me preguntan con reiteración cuando insisto en la importancia de la clínica floral, a que me refiero. Aquí una posible respuesta. Eduardo…
A veces, los terapeutas quedamos atrapados en los sentires, en ocasiones profundos e intensos de nuestros pacientes. Entonces, nos olvidamos que ese llanto, grito, suspiro o gemido, que conmociona, porque parece surgir de sus entrañas, son más producto de un adulto que rememora su infancia, que la voz de un niño reviviendo sus traumas, heridas y lesiones.
La carencia falta, privación o ausencia de amor, no es una cuestión que pueda sanarse por la vía de la reflexión, recuerdo o cognición, sino por la dura, explosiva y sanadora revivencia. Y, esto es lo que transforma: hundirnos en la conmovedora profundidad del sentir, en el hondo dolor que quedó bloqueado en el pasado para hacerlo aflorar.
Cada vez que repetimos este proceso, arrebatamos al inconsciente parte de su poder sobre nuestra vida, quitamos al ayer potestad sobre nuestro hoy y damos posibilidad para que la huella del trauma libere la energía estancada. Y, en cada tramo del camino, espera agazapada la angustia, esa fiera primitiva y abismal, que testimonia que estamos vivos y que nos enfrenta al hecho de que tenemos que elegir. No hay viaje a nuestra sombra que no deba cruzar el umbral de la angustia por el sendero de la libertad. Pero, tampoco, hay recorrido en el cual no aparezca el amor.
Ambas experiencias, angustia y amor, tienen vocación de eternidad. Nos empujan más allá de nosotros mismos, nos abren horizontes aunque, por momentos, nos corten el aliento.
El desamor de la primera infancia deja una huella por donde se cuela la angustia en nuestra vida. Su presencia revela un momento de nuestra historia que necesita ser saldado y nos empuja a aprender a amar.
Esa es la principal labor de un terapeuta: no aferrase a la herida del paciente, sino motivarlo a que se abra al amor. Que enfrente la angustia que brota de su libertad.
¿Con que herramientas contamos para esta tarea? Con la relación que fundamos en el proceso terapéutico, con esa personas que “sufre y padece”, y con las esencias florales. Uno debe aprender a crecer a través de las relaciones y, para ello, debe dejar atrás las huellas de dolor de la infancia que impiden confiar en uno mismo y en el amor. Allí, en ese punto, los remedios florales son la fuerza que facilita pasar de los afectos impedidos de manifestarse a la expresión, del silencio a la palabra. En esto reside, en gran parte, el secreto del arte de la clínica floral.