El Sistema Inmunológico y las emociones – 1º Parte
Autor: Dr. Franco Rossomando
E-mail: francorossomando@gmail.com
Los nuevos enfoques
La psiconeuroendocrinoinmunología es una disciplina biológica relativamente nueva, que desarrolla una visión mucho más holística de los procesos psicobiológicos que intervienen en la adaptación del ser humano a su entorno, y de la que participan los sistemas vitales más importantes, tal como lo expresa su largo nombre. Esta disciplina surge como resultado de la comprobación de que es imposible comprender parcialmente los procesos del enfermar, siendo cada vez más necesaria una visión totalizadora e integral del ser humano, como la tuvieron las más antiguas medicinas.
Los mecanismos inmunológicos que se ponen en marcha cuando el ser vivo advierte un peligro, involucran simultáneamente al sistema nervioso y al sistema endócrino, y el aparato psíquico posee un registro permanente de lo que sucede mientras se desarrolla la situación peligrosa.
El más activo de los niveles del sistema nervioso es el simpático, el cual provoca una respuesta o reacción en cascada, a partir de la percepción de una señal o estímulo considerado amenazante para la vida del individuo.
Estos procesos son registrados por el cerebro más desarrollado (el neocortex), en el cual se procesan los estímulos y las respuestas más adecuadas. Sin embargo, no siempre es el pensamiento el que da la respuesta, ya que ésta, cuando es mediada por la reflexión, es más lenta que las que surgen de los centros hipotalámicos. Este hecho posee gran importancia en las respuestas emocionales, ya que las mismas aparecen “antes” de que el cerebro las registre como tales.
La realidad psíquica
Tal como sucede con el sistema inmunológico en el nivel puramente biológico, el aparato psíquico también posee su propio sistema inmunológico por medio de los mecanismos psíquicos de defensa (llamados así por primera vez por Freud) que tienen por finalidad proteger al Yo de todo aquello que amenaza desestabilizar al individuo, y que es considerado como peligroso.
Debemos tener en cuenta un hecho fundamental desde el punto de vista psicológico, siendo Freud uno de los primeros en reconocerlo: la realidad psíquica. Para el psiquismo no existe la irrealidad. Todo lo que vivencia, siente, piensa, imagina, sueña… todo es real. De ello resulta que lo amenazante y peligroso es siempre lo que es valorado como tal por el Sujeto.
Otro aspecto importante de esta cuestión es saber cuáles son los mayores peligros para el ser humano.
En principio, el mayor peligro (no sólo para el ser humano sino para cualquier forma de vida) es todo aquello que pueda ocasionarle la muerte, de modo que resulta fundamental para el sistema psicoinmunológico, detectar los factores que potencialmente pudieran provocarla, y que llevan a cuatro formas básicas de morir:
1-Por asfixia.
2-Por inanición.
3-Por ataque externo.
Cada una de estas formas de muerte involucra especialmente a tres sistemas, los cuales ponen en marcha mecanismos inmunológicos:
- Asfixia: aparato respiratorio.
- Inanición: aparato digestivo.
- Ataque: piel y mucosas. Cabe aclarar que las mucosas se encuentran también en el aparato urogenital, respiratorio y digestivo. El ataque, por su parte, implica un acto de invasión al propio territorio. Por lo tanto, esta actitud invasiva involucra una amplia gama de factores potencialmente peligrosos: mordeduras, picaduras, venenos, sustancias tóxicas, elementos cortantes y punzantes, etc.
Estas tres formas de morir son propias de todas las especies.
Sin embargo, en el ser humano debemos agregar una cuarta forma de morir, que produce un miedo específico:
Este miedo se desarrolla debido a que el ser humano nace inmaduro en comparación con otros mamíferos, por lo tanto, necesita de los cuidados, protección y nutrición provistos por sus padres, durante un prolongado período posterior a su nacimiento. De esta manera se crean condiciones de dependencia. Cualquier señal que sea considerada como una amenaza para esta dependencia constituye un gran peligro.
El ser humano, por lo tanto, ha aprendido a detectar tempranamente las señales de abandono, reales o fantaseadas, y desplegar así respuestas llamativas de tipo defensivo.
En relación con dicho miedo al abandono, no existirían órganos específicos que expresen el complejo emocional, como podría ocurrir con el miedo a morir por asfixia, en el cual el conflicto tiende a expresarse más fácilmente en las vías respiratorias.
El miedo al abandono puede ser compensado por cualquier tipo de conducta que tienda a retener o controlar al Otro. En este sentido, cualquier enfermedad posee el beneficio secundario de recibir cuidados y atenciones, por medio de los cuales se puede contar con la presencia del Otro.
Siguiendo con la lectura psicoanalítica acerca de los mecanismos de defensa, el ser humano no sólo se defiende de los peligros que provienen de la realidad externa. Volviendo al tema del abandono y de la prolongada indefensión y dependencia humana con respecto a sus progenitores, puede tornar peligrosos aquellos impulsos propios que hagan peligrar a la misma. Estos instintos son los agresivos y los eróticos. El destino de estos impulsos inconscientes es la represión, a fin de preservar la integridad del incipiente y dependiente Yo. A favor de la represión se desarrollan muchos sistemas de defensa, como la negación, la evitación, la proyección, la identificación, la racionalización, etc. Paralelo a este proceso, el Yo inmaduro va incorporando mandatos que son internalizados, dando lugar a la formación del Súper Yo.
Pero lo reprimido siempre pugna por expresarse y descargarse centrífugamente. Puede hacerlo en forma sublimada, por medio de los sueños, fantasías, creaciones artísticas, actividades religiosas, etc., o por medio de síntomas somáticos, neuróticos o psicóticos.
¿Qué son las emociones?
La palabra emoción deriva del latín “e”, prefijo que denota exteriorización, y “moción”, que significa movimiento, es decir, movimiento de exteriorización.
Precisamente, las emociones son respuestas que ocurren simultáneamente en el plano psíquico y en el somático, frente a estímulos que provienen de la percepción del exterior (exterocepción), o del interior del organismo (propiocepción), y que se descargan en órganos según la finalidad de la respuesta. Las últimas manifestaciones de estas descargas psicosomáticas, son percibidas y registradas en el psiquismo como “emociones”.
Los estímulos más primarios que provocan respuestas psíquicas, son aquellos que producen placer y beneficios, o, por el contario, displacer y perjuicios. En general, estos últimos son considerados como peligrosos o amenazantes, y son rechazados.
Cuando un peligro es percibido, existen como mínimo tres tipos de respuestas posibles:
- La huida o evitación
- El ataque o rechazo activo
- La parálisis
Las respuestas emocionales humanas
Esta tipificación de las respuestas es en realidad simplista, pudiéndose verificar mucho mejor en el reino animal que en el ser humano actual, en el que se han producido, por razones adaptativas, importantes modificaciones en la secuencia o encadenamiento de procesos que involucran tales respuestas, por varias razones que brevemente mencionaré:
1- El factor ambiental y cultural en el que el ser humano está inmerso, tiende a impedir que la secuencia total del encadenamiento de sucesos psico-fisiológicos involucrada en la respuesta emocional llegue a su expresión final eficaz.
Esto ocurre especialmente en la respuesta de huida y en la de ataque.
En el primer caso, esta respuesta puede llegar al final de su secuencia, por ejemplo en una situación de emergencia, como podría ser un incendio, una catástrofe, etc. Pero cuando el peligro proviene de una sensación de inseguridad, como la que se vive actualmente en una gran ciudad, no siempre es posible huir, a pesar de que nuestro cerebro primitivo haya iniciado la respuesta de huida. Ésta no se produce por muchos factores, en especial porque, en la mayoría de los casos, seguimos dependiendo y necesitando vivir en una gran ciudad por motivos económicos, laborales, familiares, etc.
En el segundo caso, es decir, en la respuesta de ataque, o reacción activa, ésta tampoco suele llegar al final de su secuencia en forma eficaz, salvo en casos de emergencia, aunque esto depende del nivel de control que cada uno posea sobre su agresividad. En este sentido, a diario las crónicas policiales nos ponen de manifiesto lo endeble que suele ser el control que muchas personas tienen sobre sus emociones agresivas. De todas maneras, en la mayoría este control se ejerce, a pesar de que la respuesta de ataque o rechazo activo se haya iniciado, con la consiguiente represión de las manifestaciones finales de la misma.
Ahora bien, no solamente los impulsos que se vinculan con la supervivencia pueden ser modificados en su manifestación por factores ambientales o culturales.
En su teoría del Psicoanálisis, Freud puso el acento en los impulsos sexuales, los cuales poseen una evolución o psicogénesis desde las primeras etapas de vida. Dichos impulsos también son modificados en sus respuestas finales por una serie de situaciones, entre las cuales el complejo de Edipo es una de las más importantes.
2- Otro factor que modifica las respuestas en el ser humano con respecto a la de los animales, es la dependencia e indefensión psicofísica que posee, en especial durante su infancia. Un niño no podría atacar o huir como lo haría un animal de corta edad en igualdad de condiciones.
Teniendo en cuenta los factores anteriores, los estímulos considerados como peligrosos, y contra los que se erigen mecanismos defensivos, pueden provenir tanto del exterior como del interior del Sujeto. Estos últimos, a su vez, pueden ser considerados como peligrosos cuando amenazan la estabilidad del aparato psíquico, construida básicamente a partir del vínculo tan fuertemente dependiente materno-paterno filial. Éste es uno de los motivos por los cuales, según Freud, se reprimen los impulsos sexuales, finalizando el complejo de Edipo y permitiendo ingresar en el período de latencia.
3- Otros factores que pueden modificar la respuesta emocional son las situaciones traumáticas, como pérdidas afectivas, violaciones, ataques, violencia familiar, etc. Tales sucesos dejan una impronta muy intensa en el psiquismo, e impiden una evolución normal de la personalidad, favoreciendo el desarrollo de conductas que configuran un cuadro de estrés post traumático.
La tipificación de las respuestas de ataque o huida frente a los estímulos peligrosos es válida aunque simplista, como hemos visto, pero resulta muy compleja si la aplicamos a las reacciones humanas para vincularlas con el sistema inmunológico, sobre todo teniendo en cuenta que éste se encuentra altamente influido por los factores emocionales.
A nuestro entender, y a fin de poder relacionar de un modo coherente las respuestas psico-biológicas que involucran al sistema inmunológico, puede resultar esclarecedor la aplicación del modelo energético por el cual la energía vital posee cuatro atributos: centralidad, ritmicidad, centrifugalidad y centripetalidad.
Estas dos últimas modalidades pueden considerarse como modos de respuesta psico-inmunológica, y, aún más, es posible relacionar este modelo con el de la homeopatía, en lo que a los miasmas se refiere. Esto nos permitirá, a su vez, establecer una mínima clasificación de las flores de Bach, de acuerdo a las emociones involucradas y a su modalidad energética básica:
- Centrífuga–Psórica.
- Centrípeta–Sycótica.
- Claudicante o de Agotamiento–Sifilítica.
Cada modalidad de respuesta posee manifestaciones en:
- El plano físico.
- Plano emocional o psicológico.
- Algunos síntomas físicos y su relación con un miasma homeopático.
- Algunos síntomas psíquicos.
1. Respuesta Centrífuga
Llamaremos así a las respuestas que producen movimientos o acciones manifiestas, que tienen por finalidad la eliminación o rechazo del estímulo.
- a) En el plano físico, pueden considerarse en esta categoría todas las funciones excretoras: orinar, defecar, transpirar, la eyaculación en el hombre, el flujo vaginal y la menstruación en la mujer..
Por medio de esta tendencia, el individuo puede depurar su organismo y eliminar toxinas. También buscar el alimento y buscar activamente al compañero sexual.
El nacimiento es, quizá, el más representativo de los actos biológicos de esta modalidad energética.
- b) En el plano emocional, esta modalidad puede expresarse a través de las conductas activas de comunicación como hablar, tocar, dirigirse hacia el Otro por diferentes motivos.
- c) En cuanto a la relación de la característica Centrífuga con los miasmas homeopáticos, bien podemos vincularla a la Psora.
Algunos síntomas físicos de la Psora son: inflamación; enrojecimiento; ardor y prurito en piel y mucosas; aumento de la sudoración; evacuaciones más abundantes y con olor más intenso; diarreas; enuresis; agravación de los síntomas por el calor y mejoría por el reposo, el frío, las evacuaciones y descargas. La fiebre y la inflamación son expresiones de la Psora, en especial cuando ésta ocurre en piel y mucosas. Con el predominio de la Psora, las enfermedades suelen cursar un trámite agudo.
- d) Algunos síntomas emocionales vinculados con la Psora son: irritabilidad; impaciencia; ira que desaparece con el desahogo; llanto y mejoría luego del mismo; gritos; gesticulación; ansiedad anticipatoria; miedo por causas conocidas y desconocidas (los miedos mejoran con la compañía); incertidumbre; duda; variabilidad de los estados emocionales; rapidez de las respuestas con apresuramiento.
En psicopatología podemos encontrar fobias; fobias sociales; síndrome de ansiedad generalizada; terrores nocturnos en los niños.
2. Respuesta Centrípeta
Llamamos así a la respuesta que, al contrario de la anterior, no se expresa en acciones manifiestas hacia el exterior, sino en una interiorización de la movilidad energética.
- a) En el plano físico, este tipo de respuesta se verifica en las funciones asimilativas y de incorporación, como la alimentación; la absorción; la inspiración; la diástole; el reposo; el sueño y la actividad onírica; el retorno venoso y, en general, la actividad del sistema nervioso parasimpático, con sus manifestaciones de relajación.
- b) En el plano emocional, algunas expresiones de esta tendencia son: receptividad; sensibilidad; empatía (comprensión del Otro; ser receptivo a los afectos y sentimientos de los demás, poder ponerse en el lugar del Otro); escuchar; atender; aprender; memoria y actividades cognitivas; autoestima equilibrada.
- c) En cuanto a las expresiones patológicas de esta modalidad, hemos mencionado en párrafos anteriores que en el ser humano las respuestas completas de huida y ataque son, en su mayoría, coartadas por factores psico-biológicos y culturales.
A esta característica también se le puede sumar la acción de los remedios alopáticos, que van en contra de las respuestas de exoneración, y éstas quedan expresadas en el miasma llamado Sycosis.
En líneas generales, los síntomas de este miasma se agravan por la humedad, por el tiempo frío, por la inmovilidad, etc.
En la mujer existen dos etapas en las que este miasma se manifiesta como síndrome normal: el embarazo y la menopausia, con el desarrollo de una sintomatología típicamente Sycótica o Centrípeta.
La contaminación ambiental, el exceso de ingesta de carbohidratos en la dieta de la mayoría de la población, la vida sedentaria, y el exceso de información que en general se recibe pasivamente, contribuyen a aumentar la cantidad de estímulos externos que el individuo “traga” prácticamente sin procesar.
La consecuencia patológica de esta tendencia se pone de manifiesto en una serie de síntomas y signos, como ser obesidad; hipertensión; hipercolesterolemia; hipertrigliceridemia; hiperglucemia; celulitis; edema; proliferación celular; formación de cálculos o litiasis; pérdida de la movilidad articular; rigidez.
En este ítem encontramos las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como la diabetes; la enfermedad pulmonar oclusiva (EPOC); el cáncer; el síndrome de fatiga crónica; la fibromialgia; el asma, y las enfermedades autoinmunes.
- d) En relación a las expresiones emocionales sintomáticas de esta tendencia, podemos mencionar: posesividad emocional y material; avaricia; control excesivo de los demás y de sí mismo; celos; desconfianza; envidia; odio; mente rumiante; sometimiento; negación de la realidad; terquedad; dominio; fanatismo; rigidez mental; egoísmo; soberbia; aislamiento social; sentimientos de culpa; nostalgia; distracción; pena; sufrimientos no expresados y silenciosos; pérdida de la atención; repetición de errores; sentimientos de agobio; sentimiento de omnipotencia; victimización.
Todas las adicciones se encasillan en la modalidad Centrípeta, puesto que involucran conductas de autodestrucción.
3. Respuesta de Claudicación, Agotamiento o Parálisis
La Claudicación o Agotamiento de la energía vital se produce cuando una de las dos tendencias – Centrífuga o Centrípeta- se polariza unilateralmente y se pierde el ritmo, la sucesión de actividad y reposo, de vigilia y de sueño, de anabolismo y catabolismo, etc. En síntesis, cuando el organismo pierde su condición de unidad y parece fragmentarse, perdiendo el estado de equilibrio adaptativo que es la homeostasis.
Esta situación lleva inevitablemente al agotamiento de la energía, o a la falta de respuesta, atonía, o anergia.
En el caso de la polarización excesiva de la tendencia centrífuga, suelen manifestarse síntomas agudos de carácter violento y repentino, como por ejemplo un infarto de miocardio, una oclusión, una obstrucción, un cuadro hemorrágico, un síndrome de pánico, etc. Este tipo de cuadros agudos, muchas veces requiere internaciones e intervenciones quirúrgicas de urgencia en personas sumamente estresadas.
En cuanto a la polarización excesiva de la tendencia Centrípeta, los síntomas de la Sycosis avanzan hacia las enfermedades que involucran lesiones malignas y degenerativas, en especial en sus fases terminales, debido al progresivo agotamiento de la energía vital y la falta de reacción recuperadora.
Por consiguiente, no existe en este tipo de respuesta ningún rasgo o conducta considerado “normal”. Todas sus expresiones son patológicas.
- a) En el plano físico hemos mencionado, fundamentalmente, las enfermedades malignas, y en especial citaremos los llamados Síndromes de Inmunodeficiencia, siendo el más conocido el de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
Este tipo de respuesta, con sus signos y síntomas generales, constituye el miasma llamado por Hahnemann Sífilis, que no hace referencia a la infección luética, sino a que esta enfermedad, en aquella época, era el prototipo de la patología destructiva.
Otras enfermedades crónicas correspondientes a esta respuesta de claudicación son: Alzheimer, Parkinson, Esclerosis múltiple, Artrosis, enfermedades necrosantes, esclerosantes y hemorrágicas.
- b) En cuanto a las expresiones emocionales de esta respuesta, podemos decir que el tono energético de las mismas es bajo, altamente destructivo o autodestructivo. Mencionaremos, por ejemplo: depresión; bipolaridad; adicciones en todas sus manifestaciones; indiferencia; pesimismo; tristeza; resignación; parálisis; terror; pánico; agotamiento mental extremo.
Continúa…