El Trabajo Terapéutico con la TVP
A través de los años, a medida que fui ampliando mi experiencia con la TVP, comencé a comprender de una forma diferente lo que ocurría durante el trabajo con la regresión.
La técnica básica continúa siendo la misma, pero entender de una manera diferente lo que ocurría durante la experiencia particular de cada paciente me permitió alcanzar niveles de sanación más profundos todavía.
El primer punto de este nuevo abordaje parte de la premisa de comprender cabalmente qué es lo que está pasando cuando una persona viene a consultarme por un síntoma. Para entender esto debo saber que, aunque hablemos de vidas pasadas, la realidad es que para el alma las vidas pasadas no existen como tal. Para el alma se trata de una sola vida que transcurre alternativamente en dos planos, ora en el plano físico, ora en el plano espiritual. Como nosotros desarrollamos nuestra vida consciente en el cuerpo físico nos hemos identificado de tal manera con éste que creemos que somos el cuerpo. Como además, a este cuerpo le hemos dado un nombre para identificarlo de los demás, la muerte de este cuerpo físico nos da la sensación de una vida y de un personaje pasados. Pero para el alma se trata de una sola vida y los distintos cuerpos que utiliza sólo son instrumentos o vehículos para llevar a cabo las experiencias que necesita para efectuar su evolución. Para acentuar aún más nuestra confusión nosotros nos guiamos por el tiempo físico que es lineal. Así, cuando nos referimos a un cuerpo con un nombre conocido, hablamos de una vida que transcurrió hace cincuenta, cien o mil años, por ejemplo. Pero para el alma el tiempo no existe. Todo está aquí, ahora, al mismo tiempo y, esa vida o ese cuerpo que para nosotros se extinguió hace mil años, para el alma es como si acabara de acontecer o quizás esté aconteciendo todavía. Por lo tanto, aunque sigamos hablando de vidas pasadas porque así es como lo entendemos y como ya está establecido, sería más propio denominar a esta terapia como «Terapia de Experiencias en Cuerpos Pasados».
El siguiente concepto a aprender deriva del anterior. Para el alma los distintos cuerpos que utiliza son como ropajes. De la misma manera que yo me cambio de ropa sin dejar de ser quien soy, de igual forma, al cambiar de cuerpo, el alma sigue con su identidad original. Igualmente, si estoy triste o deprimido por alguna situación, aunque me compre ropa nueva, fina y elegante, mis problemas no se resolverán por el sólo hecho de cambiarme de traje. Con el alma sucede algo similar. Por cambiar de cuerpo no se terminan los conflictos y las experiencias traumáticas que quedaron sin resolver. Al reencarnar en un nuevo cuerpo el alma trae consigo todas las emociones y sensaciones que no fueron resueltas y, de una ú otra manera, reproducirá en su nuevo cuerpo las condiciones físicas, emocionales y mentales de la experiencia original. Esto significa que, en ocasiones, algunas enfermedades orgánicas incluyendo el cáncer son una forma de reproducir una situación que no fue resuelta por el alma.
El próximo concepto es muy importante y está ligado a las premisas anteriores. Se trata del atrapamiento de la conciencia. Generalmente esto ocurre cuando la muerte en una vida anterior tuvo lugar en circunstancias muy dolorosas, terriblemente insoportables y especialmente si la muerte fue precedida por una larga agonía. Imaginemos a una persona que está siendo torturada hasta morir en la Edad Media. Sus verdugos quieren arrancarle alguna confesión, pero ella se resiste y la agresión al cuerpo físico y la presión sobre la psiquis van en aumento hasta que finalmente se produce la muerte. Durante la tortura, el dolor físico y psíquico son extremadamente insoportables. Mientras está siendo torturada, la persona experimenta dolor, pánico, desesperación, rabia, odio, injusticia, impotencia, indefensión. Al mismo tiempo está pensando: «No voy a hablar», «No voy a decir nada», «No puedo salir de esto», «Tengo que esperar a morirme», «No me muero nunca», «Me voy a vengar», «Me las van a pagar». En una circunstancia así la muerte se produce coincidentemente con el pico de todas estas sensaciones y emociones. En el momento en que el alma abandona el cuerpo físico, la conciencia está tan inmersa y tan absorbida por todas estas sensaciones que ni siquiera se da cuenta de que el cuerpo se murió. Esto se ve agravado por la lucha de la conciencia por sobrevivir y la forma de hacerlo es permanecer en la mente separándose del cuerpo para no sentir el dolor o bien todo lo contrario, aferrarse al dolor porque mientras siente el dolor está viva. En cualquier caso el resultado es el mismo. La conciencia no se da cuenta de que el cuerpo físico se murió y queda atrapada en ese instante del tiempo y del espacio.
El resultado de esto es que mientras la persona está aquí, viviendo ésta vida, una parte de su conciencia está atrapada en otro tiempo y en otro lugar.
Entonces, aquí viene el concepto más importante que es consecuencia directa de todo esto que hemos visto. Lo que yo debo comprender y debo reconocer como terapeuta es que cuando una persona me consulta por un síntoma bien definido ya está en regresión y, por lo tanto, no tengo que hacer nada para enviar a esta persona al pasado por la sencilla razón de que ella ya está allí, todo el tiempo, aunque no tenga conciencia de ello. Si una persona me consulta porque cada vez que tiene que tomar un ascensor se ahoga y siente que se va a morir, yo tengo que saber que las sensaciones de ahogo, asfixia, pánico y sensación de muerte inminente son la manifestación física de un evento que está ocurriendo en el plano subconsciente y que la persona o más bien, una parte de su conciencia, todavía no terminó de morir en esa experiencia. Tal vez quedó atrapada en el derrumbe de una mina o en un terremoto o fue enterrada viva. No lo sé, pero lo que sí sé es que todo lo que tengo que hacer es ayudar a esa persona a traer esa experiencia al plano de la conciencia cotidiana y completar la muerte de ese cuerpo aquí y ahora para que, finalmente, pueda liberarse el fragmento de conciencia que allí quedó atrapado.
Ahora que sabemos que hay partes de nuestra conciencia que están viviendo en otro tiempo y en otra realidad podemos entender también que, aunque sigamos hablando de regresión, tampoco se trata de una verdadera regresión dado que la persona no regresa a ningún lado sino que ha estado allí todo el tiempo. Personalmente, cuando hablo de regresión me estoy refiriendo a la experiencia terapéutica en sí misma.
Resumiendo los conceptos anteriores:
- 1. Para el alma el tiempo no existe. Todo está aquí, al mismo tiempo.
- 2. Al reencarnar el alma trae consigo todas las situaciones que no fueron resueltas.
- 3. La conciencia puede quedar atrapada en un instante del tiempo y del espacio.
- 4. Cuando el paciente experimenta el síntoma ya está en regresión.
¿Cómo llevo a la persona a revivir el trauma original?
Una vez que he reconocido que cuando el paciente está en frente de mí ya está en regresión, todo se simplifica. Si tomo el síntoma que presenta la persona que consulta como sinónimo de una experiencia excluida de la conciencia nunca fallaré. Es muy fácil; un síntoma, una experiencia. Entonces, en la mayoría de los casos, parto directamente del síntoma que presenta el paciente. Aquí no hay necesidad de hacer nada, ni siquiera una relajación. Si yo me doy cuenta de que el paciente está en regresión y, si la persona confía y se entrega al trabajo, la experiencia de vida pasada puede surgir en uno o dos minutos a más tardar y a veces puede ocurrir en forma instantánea. La forma de acceder a la experiencia de vida pasada por esta vía pueden encontrarla en el capítulo X de Terapia de Vidas Pasadas, donde explico lo que yo llamo la técnica del Samyama.
Cuando no es posible acceder a la experiencia de vida pasada a través del síntoma, sea porque la persona no está en contacto con sus sensaciones y emociones, sea porque no tiene bien claro lo que necesita trabajar o porque no puede salir del plano racional, debo recurrir entonces a una inducción. Una inducción es cualquier técnica que emplee para traer a la conciencia lo que está oculto en el subconsciente. Es un puente entre la conciencia cotidiana y la experiencia del alma. Básicamente se trata de un ejercicio de relajación asociado a técnicas de sugestión.
Al terminar la relajación puedo sugerirle al paciente diferentes vías de acceso para encontrarse con la experiencia responsable de su problema actual. Por ejemplo; puedo sugerirle la idea de que va a retroceder en el tiempo a medida que recorre un túnel, o viaja en una máquina del tiempo, o desciende por una escalera, o un viaje en tren o en globo, o un guía que lo lleva de la mano, o una nube que viene a buscarlo. Cada uno puede crear su propia inducción o preguntarle al paciente cómo le gustaría hacerlo. En el caso de que usemos la figura del viaje en el tiempo, no olviden de que en realidad no existe tal cosa, porque no viajamos a ningún lado. La sugerencia del viaje en el tiempo sólo es un puente para ayudar al paciente a conectarse con la experiencia que ya está en el subconsciente. Esto es importante que lo tengan presente porque muchas personas tienen la fantasía y el temor de que al hacer la regresión pueden quedarse en el pasado. Ahora ustedes saben la verdad. Esto es imposible porque en realidad la persona no viaja a ningún lado. Por el contrario, ya está allí. En realidad ha estado atrapada en el pasado todo el tiempo sin siquiera saberlo. Por eso le pasa lo que le pasa.
Una vez que el paciente ya está en una vida pasada debo guiarlo hasta que se encuentre con la experiencia responsable de sus síntomas y revivirla como si estuviese allí. Todo lo que hago durante la regresión es conducir al paciente para que reviva el hecho marcante responsable de su problema actual. Es allí donde se llega al momento cumbre de la regresión, el momento trascendental de la terapia donde está el secreto y la alquimia de la sanación. Una vez que el paciente está en la escena traumática tiene que revivirla en forma completa desde el principio hasta el final de la misma. Si piloteaba un avión y lo derribaron tiene que reproducir toda la situación desde el instante mismo del impacto pasando por la caída hasta el momento en que el avión se desintegra o se estrella contra el suelo. Si lo enterraron vivo tiene que reproducir toda la experiencia desde el momento en que lo entierran hasta que se produce la muerte y abandona el cuerpo. Si lo castigaron o lo torturaron o lo encerraron en un sótano, tiene que revivir toda la escena hasta salir de allí. Una vez que el paciente revivió en forma completa la experiencia responsable de sus síntomas tiene que identificar el momento más terrible o más traumático de esta experiencia.
Recién entonces, llegué a la raíz del problema actual. Porque es aquí donde se originan los síntomas que experimenta la persona en su vida presente y son los pensamientos surgidos en esas circunstancias los que originan los patrones de comportamiento. Este es el origen de los samskáras y de los vâsanâs, de las impresiones pasadas y de las tendencias latentes. Aquí se originan los miedos, las fobias, los bloqueos, las incapacidades, las culpas, los conflictos sexuales y también el rencor, la violencia o el deseo de venganza. Y es aquí también donde suele estar el atrapamiento de la conciencia. Este es el momento durante el cual, al liberarse estas emociones y sensaciones, se produce el drenaje, la limpieza y la liberación del fragmento del alma que estaba atrapado. Es el momento donde la salida impetuosa de energía reprimida provoca la ruptura de la estructura del trauma. Inmediatamente sobreviene el alivio y la desaparición del síntoma.
Veremos ahora en un ejemplo práctico y breve cómo trabajo la experiencia traumática.
Marcos es un hombre joven que tiene dificultades para comunicarse y transmitir lo que siente, sobre todo con aquellos con los que está involucrado afectivamente. Pero además, experimenta una gran traba para expresarse en público y en su ámbito de trabajo. En la regresión, se encuentra en una vida pasada en la cual él estaba a cargo de la custodia de un rey. Alguien lo traiciona, le tienden una trampa y lo juzgan por algo que él no hizo. Finalmente es condenado y muere decapitado. Veamos la secuencia traumática.
Terapeuta: ¿Cuál es el momento más terrible de toda esta experiencia?
Marcos: Cuando me van a cortar la cabeza.
T: Muy bien, ahora fíjate. En ese momento, cuando te van a cortar la cabeza, ¿cuáles son tus reacciones físicas?
M: Tengo miedo, me pongo duro, tiemblo. Veo los ojos de mi mujer que me mira con duda. Ella no me cree.
T: Muy bien, y en ese momento, cuando te van a cortar la cabeza y ves los ojos de tu mujer que no te cree, ¿cuáles son tus reacciones emocionales?
M: Miedo, impotencia, tristeza. Todos están mirando y nadie me cree.
T: Y en ese momento, cuando te van a cortar la cabeza y sientes la impotencia y nadie te cree, ¿cuáles son tus reacciones mentales?
M: Nadie me escucha. No sé cómo hacer para que esto no pase.
T: Muy bien, ahora fíjate. ¿De qué manera, todas estas sensaciones, están afectando tu vida como Marcos? Todo esto, «tengo miedo», «todos están mirando y nadie me cree», «la impotencia», «nadie me escucha», «no sé cómo hacer para que esto no pase»; todo esto, ¿qué te hace hacer en tu vida como Marcos?
M: Me quedo en silencio. Me encierro en mi mundo y no quiero escuchar lo que me dicen. Me pongo del otro lado y soy yo el que juzga a los demás y no digo lo que siento.
T: Y todo esto, ¿qué te impide hacer en tu vida como Marcos?
M: No puedo hablar, no puedo decir lo que siento. No puedo decir las cosas que no me gustan. Tengo miedo de que me juzguen.
T: Ahora fíjate una cosa más; ¿qué es lo último que recuerdas antes de dejar ese cuerpo?
M: La impotencia en la garganta. Nadie me escuchó.
Observen de qué manera precisa y sencilla aparece en la secuencia traumática el problema básico por el que consultaba Marcos y cómo él mismo se da cuenta de la forma en que las sensaciones en los instantes previos a la muerte estaban condicionando su vida de relación. Vean también la relación entre la presencia de su mujer y el público en el momento de la muerte y su dificultad para comunicarse con aquellos a quienes amaba y la traba para expresarse en público. El último recuerdo antes de dejar el cuerpo también es muy importante porque allí quedó la impronta de la impotencia en la garganta que es justamente el órgano de la expresión. Si la experiencia traumática lleva a la muerte como en este caso, hay que acompañar al paciente hasta que su conciencia deje ese cuerpo para terminar así definitivamente con esas sensaciones. Puede suceder que la escena traumática no sea la causa de la muerte en vida pasada. En ese caso hay que conducir al paciente hasta llegar al momento de la muerte en esa existencia. La experiencia de la muerte es fundamental en el proceso terapéutico. Es lo que permite darle un corte definitivo a esa historia y liberar a la conciencia si hay un atrapamiento. La sola visión del cuerpo muerto en una vida pasada puede ser todo lo que necesite una persona para desprenderse de esa historia al tomar conciencia de que ya nada de eso le pertenece. Al vivenciar la muerte profundamente le damos la oportunidad al cuerpo para que experimente todo lo que necesita hacer para agotar las sensaciones del pasado. Y aún cuando se crea que todo esto es producto de la imaginación si el paciente termina su historia con la experiencia de la muerte también habrá terminado con el personaje de la fantasía.
Otro aspecto positivo de la experiencia de la muerte es que al dejar atrás el dolor y desprenderse del cuerpo físico es posible comprender el sentido total de esa vida y de esa experiencia. En ocasiones podremos ver que nos fue necesario vivir determinadas situaciones para aprender algún aspecto en particular. Un paciente que se vio en una vida pasada como discapacitado dijo que necesitó esa experiencia para aprender que todos somos iguales. En una vida más lejana, había sido muy soberbio y despreciaba a todo el mundo, y se dio cuenta de que, todavía hoy, le quedaban restos de esa soberbia para seguir trabajando.
Para finalizar; si estoy conduciendo la sesión con un objetivo terapéutico, mi trabajo consiste en ayudar al paciente a revivir el hecho responsable de su problema actual. La historia en sí es anecdótica. Lo que yo debo encontrar son las vivencias traumáticas, significativas o marcantes, sea en una vida pasada, sea en la vida actual. Esto es muy importante ya que tanto el terapeuta como el paciente corren el riesgo de fascinarse o dejarse seducir con la historia del pasado. La historia puede ser importante para comprender algunos hechos desde lo intelectual. Pero lo más trascendente no es ni la historia ni el resultado obtenido sino el proceso interior que se desencadena durante la experiencia de la regresión y que lleva al paciente a encontrarse con su esencia inmortal y su verdadero ser.
(Extractado de Terapia de Vidas Pasadas, técnica y práctica, 4ª edición, Ed. Continente.)