Entrevista con el Dr. Eduardo Grecco
Encontrar a escritores que quieran contar acerca de sus experiencias de vidas y que sean permeables a lo que ésta les regala a diario es una bendición. Esta sección de El Delfín ha dado en el punto exacto con nuestros entrevistados.
Es por esto, que en esta ocasión el escritor y psicólogo bonaerense, Eduardo Grecco, cuenta detalles acerca de su habida experiencia como escritor y de cómo complementa dicha actividad con su profesión.
D.- Detrás del escritor y psicólogo ¿Quién es realmente Eduardo Grecco?
Una persona bastante común, pecadora, curiosa, que le encanta explorar. De pensamiento renacentista, de intereses dispares, amante de la poesía y de la historia. Sin mucho apego a lo formal, espiritual, pero de una espiritualidad que, en sus símbolos y sus obras, expresa la labor misteriosa de nuestra sombra y nuestra alma. Una espiritualidad no de normas sino de vivencias, no de doctrina sino de tránsitos, no de mandamientos sino de tanteos, no de propósitos sino de hechos, no de fe sino de amor. Una espiritualidad asentada en lo concreto, cotidiano y simple, concebida como una práctica tanto de la fraternidad como de la contemplación, sustentada en el servicio y el anhelo de la sabiduría, en la conexión con el propio centro y, a la par, con el zambullirse intensamente en la vida. Una espiritualidad no literalista, ni dogmática, sino plenamente subjetiva y abierta; no exclusiva de los textos sagrados pero si enlazada a la dimensión mítica del Ser. Una espiritualidad que brota, en cada quien, como el fruto de haber recorrido los repliegues del laberinto de la noche oscura del alma.
D.- ¿Por qué razón en 2003 decide escribir el libro “La bipolaridad como don”?
No fue sólo una razón, más que razones fue un impulso. En realidad no me lo propuse, sino que surgió como incitación a escribir. Desde hace muchos años trabajo con pacientes bipolares. En 2002 recibí una invitación a dar un seminario de postgrado de una Universidad Colombiana, eso me obligó a darle una forma más académica a la doctrina que sustenta la visión que me asiste sobre el espectro bipolar, su naturaleza y los caminos para su curación. Este es el motivo exterior. En lo profundo sé que hay otros motivos. Uno de ellos es tratar de señalar un hecho: si tan poco progreso hemos alcanzado en este campo (el índice de reincidencias es muy alto) tal vez el camino no consista en cambiar de remedios sino, de paradigma sobre la bipolaridad. Pero el factor precipitante fue una conversación con un amigo, el Dr. Fernando Bilbao, tal vez el especialista más importante en adicciones, mexicano, rector universitario, en la cual me hizo ver la importancia de poner en palabras esta manera de imaginar la bipolaridad que propongo.
D.- ¿Tenemos todos los seres humanos algo de bipolares?
La bipolaridad es una dimensión del alma humana, un dato de la vida y una de las maneras de funcionar de nuestro psiquismo y nuestro cerebro. El tema es cuando esta capacidad se vuelve desdichada y nos trae sufrimiento. De la misma manera, la esencia de la bipolaridad no consiste en la inestabilidad, que tiene su importancia, sino en la incapacidad de integrar polaridades, de aprender a elaborar separaciones y de no destruir lo que se ama. En parte es, por eso es que las relaciones tormentosas forman parte del espectro bipolar. Dicho esto, sí, todos los seres humanos tenemos algo de bipolar.
D.- ¿Qué importancia tiene en su vida el psicoanálisis y las terapias florales?
El Psicoanálisis es la cuna donde aprendí a pensar psicológicamente y comprender el padecer humano. En ese sentido es una piedra angular de mi formación como pensador y como persona. Lo mismo ocurre con la Terapia Floral. Ambos se fundan en resignificar la experiencia como la vía del aprender y de escuchar la voz del inconsciente (Freud) y la del alma (Bach) más que a los conocimientos, la razón y los libros. Y ambos nos plantean la necesidad del cambio de creencias, que los síntomas son fruto de creencias equivocadas y que siempre poseen un significado, que la enfermedad no es un mal a erradicar sino una oportunidad de saber más de uno mismo. En mí, los dos territorios se integran.
D.- ¿Cuál es su mayor pasión en la vida?
Es una pregunta difícil de responder y dejando entre paréntesis a las mujeres, al momento de tener que elegir opto por: explorar, conocer cosas nuevas, embarcarme en desafíos, aventuras del pensamiento o la vida, zambullirme en algo que me sea desconocido.
D.- ¿Qué hace para ser feliz?
No hago nada en particular, sólo dejo que suceda. Vivo muy en el presente, trato de ser fiel a mí mismo, escapo de las interferencias ajenas, no me meto en la vida de los otros, tomo las cosas con humor y disfruto de lo que la vida me regala.
D.- ¿Por qué razón decide radicarse en México?
Por una parte trabajo. La mitad del año la pasaba trabajando en México y por otra parte este país representa un reto porque todo funciona de una manera tan diferente a lo que conocía, que implicó hacer entrar aire fresco a mi vida. Por este lado del mundo todo es muy al estilo del absurdo. Digo, con frecuencia, que Franz Kafka, en México, sería un escritor costumbrista, porque aquí la ficción supera toda realidad.
D.- ¿Qué extraña de su país de origen?
No soy muy dado a la nostalgia pero uno extraña los sabores, el tango, la noche de Buenos Aires y en especial, la familia y los amigos. Por suerte viajo mucho y eso ayuda.
D.- ¿Cómo podemos hacer los seres humanos para encontrar el equilibrio entre lo espiritual y lo material?
Cuando lo espiritual y lo material se disocian corremos dos riesgos. Uno, caer en una espiritualidad abstracta vacía de contenido real. Otro, precipitarnos en un materialismo que enajene de sentido trascendente la vida. Por mi parte, insisto en la necesidad de construir una espiritualidad encarnada, apegada a lo fraterna. Supongo que para escapar de ambos extremos mencionados es necesario aprender a transformar la tierra en un hogar, construir una ética laica que da la sociedad valores de consenso y no de separación y comprender que el alma –que no sabe de cosas de la tierra – tiene que experimentar el pecado para terrenalizarse. No estaríamos acá si Adán y Eva no hubieran pecado.
D.- ¿Qué libros lo han marcado?
Muchos libros de poesía como los de Borges, Pessoa, Nemer Ibn el Barud y otros. Pero hay otra clase de libros como el Fenómeno Humano de Pierre Theillard de Chardin, Tristes Trópicos de Claude Levi Strauss, las obras de Jung, Freud, Mircea Eliade y novelas como Los Miserables de Victor Hugo o Rojo y Negro de Sthendal. Krisnamurthi fue un maestro que me llegó mucho y por supuesto Bach. Y aunque de otra índole también soy un buen lector de la Biblia y del Zohar.
D.- ¿Cuáles son las herramientas para ser mejor persona día a día?
Por lo menos para mí, el servicio, el amor. Ayudar a otras personas es un buen sendero para ser mejor persona. Otra cuestión importante es dejarse amar. Es curioso como cuesta más dejarse amar que amar. Cuando uno se deja amar tal como el otro no sabe amar, uno acepta al otro en su diversidad y la tolerancia y el respeto nos hace ser mejores.
D.- ¿Se considera un afortunado de la vida, por qué?
La vida ha sido buena conmigo. No es que no haya habido dolor pero la vida ha sido generosa. Me gusta escribir y tengo editoriales que publican lo que escribo, disfruto enseñar y a eso estoy dedicado, me gusta viajar y conocer lugares y eso es algo muy frecuente para mí, la amistad es algo bien importante y tengo muy buenos amigos y amigas… Me siento querido por los que me rodean, me escribe mucha gente que lee los libros que escribí, mis hijos son una maravilla y son felices… Ya ve, tengo muchos motivos para ser afortunado.
D.- ¿Qué importancia tiene en las acciones humanas tener una actitud positiva?
Actitud positiva es tener confianza en la vida, que la vida sabe y no me va a proponer más que aquello que si puedo llevar adelante. Pero, aquí cuenta lo siguiente: lo importante no son los logros, las metas, sino el proceso. Esta actitud de que no hay experiencias buenas o malas sino solo experiencias, es lo que yo concibo como la actitud positiva y es lo que conduce a conductas fraternas y constructivas.
D.- ¿Cómo imagina un mundo mejor?
La búsqueda del poder y las ganancias como valor de una sociedad nos ha llevado al punto en cual estamos. La fraternidad se ha perdido y el desarrollo entendido como despliegue del potencial humano está relegado. Una economía de lucro y no de producción rompe la solidaridad social y la corrupción y la explotación desnudan la cara verdadera del sistema en el cual estamos. Pero hay que aprender, si esto es así hay que aprender la lección que nos enseña. Por lo tanto, mi mundo mejor lo imagino como fraternal y solidario, sin fronteras, sin armas y sin el control de las instituciones sobre la vida privada.
Reportaje publicado en la Revista El Delfín, las buenas noticias Chile, 2011.