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Flor de Nochebuena – Cuetlaxóchitl

Flor de Nochebuena – Cuetlaxóchitl

«El símbolo de nueva vida»

Originaria de México, específicamente del estado de Morelos y Guerrero, el nombre cuetlaxóchitl proviene del náhuatl cuetlahui , «marchitarse», y de xóchitl , «flor». La “flor que se marchita” ó «flor de pétalos resistentes como el cuero» era una flor ritual que se empleaba en varias celebraciones del amplio calendario festivo, sobre todo en la fiesta llamada Tlaxochimaco, del noveno mes, dedicada a Huitzilopochtli (Dios de la guerra).

«Flor que se marchita» era muy importante para las civilizaciones prehispánicas, pues esos grandes pueblos consideraban que todo debía morir para poder renacer en una nueva etapa; por eso, la hermosa flor representaba el año que se iba y la pureza que renacía en sus hojas rojas cuando iniciaba el nuevo ciclo anual.

Entre los pueblos mesoamericanos, particularmente entre los aztecas, el cultivo de plantas tenía gran importancia y prueba de ello son los espléndidos jardines botánicos de Huaxtepec y Chapultepec, que maravillaron a los españoles. Las flores tenían para ellos un gran significado, tanto en la vida religiosa como en la cotidiana. Los aztecas la cultivaron en los jardines de aclimatación de Netzahualcóyotl y de Moctezuma, pues era planta de tierra caliente.

Cuentan los historiadores que «durante el tiempo en que los aztecas dominaban la mayor parte del país, hubo una gran sublevación por parte de los chontales que no estaban dispuestos a pagar tributo al rey Moctezuma. El monarca, al enterarse de la respuesta de los chontales, mandó un poderoso ejército que puso fin a la rebelión dejando a su paso muertos en lo que hoy es Taxco. Donde quedaron las huellas de sangre de los chontales nacieron unas hermosas flores de color rojo sangre que representaban el espíritu de los derrotados.

Tiempo después, cuando Moctezuma tomaba un descanso por el pueblo de Tlascho (hoy Taxco), el emperador azteca encontró entre los cerros de Cuetaxochitlán esta bella flor que crecía como planta silvestre y la llevó a los jardines botánicos de Huaxtepec, donde se dedicó a su cultivo.»

La cuetaxóchitl simbolizaba para los mexicas la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla. Se pensaba que regresaban a la tierra a libar de la miel de la cuetlaxóchitl . Por eso se colocaba en los altares dedicados a los guerreros muertos en cumplimiento de su deber. Esta hermosa flor se menciona a menudo en la literatura náhuatl, especialmente en los cantos de amor y filosofía.

También simbolizaba la sangre de los sacrificios que los indígenas ofrendaban al astro rey para renovar su fuerza creadora que haría que el universo entero siguiera su marcha, estaba dedicada a significar la pureza de sus mujeres. En muchas culturas, el color rojo ha sido referencia de la renovación de la vida y del renacimiento del sol durante el solsticio de invierno.

En la medicina tradicional indígena, los cataplasmas y fomentos de cuetlaxóchitl se aplicaban para tratar la erisipela y otras enfermedades de la piel. Los aztecas usaban el jugo lechoso y blanco o látex de la Cuetlaxóchitl, para elaborar una medicina contra la fiebre, así como el extracto de sus brácteas, mezclado con resina de pino -oxtle- para teñir de rojo escarlata artículos de cuero, telas y cosméticos.

La flor de nochebuena ha sido utilizada, de acuerdo con las experiencias del médico español Francisco Hernández – siglo XVI – como un medio para aumentar la leche en las mujeres que amamantan.

Parece ser que la cuetlaxóchitl de los aztecas es originaria de Taxco, donde existió un lugar llamado Cuetlaxochitlán. En ese lugar, durante el siglo XVII, los monjes franciscanos las recolectaron en los campos cercanos, donde crecían en forma silvestre, para enmarcar una procesión conmemorativa de la Natividad, llamada Fiesta del Santo Pesebre, iniciando así una tradición en la localidad.

Hermosas de por sí, la disposición de sus hojas es en forma de estrella. Su plenitud ocurre alrededor del 24 de diciembre, es decir, la Nochebuena y de ahí derivaron su nombre los misioneros cristianos.

Desde entonces quedó ligada para siempre a la Navidad.

La Flor de Nochebuena es una planta de la familia de las Euphorbiáceas, del género Euphorbia y especie Pulcherrima (que significa «la mas bella») Crece en forma de arbustos de hasta seis metros de altura. Es muy delicada y requiere de cuidados para que pueda reproducirse y lucir a su máximo esplendor por muchos días.

Esta flor parece lo que no es, porque lo que aparentemente son sus pétalos de un encendido color rojo, en realidad son hojas modificadas que se denominan brácteas y que crecen alrededor, como escudos protegiéndolas, de una especie de corona de pequeñas bolitas amarillas al centro, su flor es realmente diminuta. Como resultado de las noches más largas de invierno, estas hojas brácteas se tornan, aunque solo las hojas que están más próximas a la verdadera flor, de un color rojo vivo hasta parecer de sangre.

El botánico Juan Balme describió en el siglo XIX la flor de nochebuena como abundante en los lomeríos de Taxco y en las colinas del Valle de Cuernavaca, en forma silvestre.

En 1828 el diplomático Joel Robert Poinsett, quien fue embajador de Estados Unidos en México de 1825 a 1829, conoció la Flor de Nochebuena cuando viajó una Navidad a Taxco y visitó la Iglesia de Santa Prisca, engalanada con las flores de Nochebuena. Quedó fascinado con su exótica belleza y llevó algunos ejemplares de la planta para cultivarlos y propagarlos en los invernaderos que tenía en su casa, en la población de Greenville, Carolina del Sur.

Cuando terminó su misión diplomática en México y regresó a su patria se admiró de ver que en todo los jardines de su pueblo crecían los arbustos de la Flor de Nochebuena, que había sido aclimatada ya, con las plantas que él enviara.

Entonces pensó difundir tan hermosa planta por todo el sur de los Estados Unidos y Europa aunque nunca mencionó que fuera una flor mexicana y durante mucho tiempo se pensó que era de origen norteamericano.

Dedicó sus últimos años a esta tarea, logrando hacer de la flor mexicana el símbolo de la Navidad en el mundo, y ganando con ello una regular fortuna que la Flor de Pascua o Nochebuena, le brindó.

Desde el siglo XIX la Flor de Nochebuena formó parte del ornato de los templos europeos en las fiestas navideñas y se sabe que la Basílica de San Pedro en el Vaticano fue adornada con Cuetlaxóchitl la noche del 24 de diciembre de 1899, provocando la admiración de todos los visitantes por la belleza del regalo de Navidad de México al mundo.

Poinsett visitó Taxco y desde entonces la flor mexicana salió de su ámbito regional. Pasó de ser endémica local a ser la planta florida más vendida en todo el mundo, en el período de venta mas corto, seis semanas. La flor mexicana adorna en Navidad todos los hogares estadounidenses, se imprime como motivo decorativo en las tarjetas navideñas, se la reproduce en diversos géneros para ornato y con ella se adornan profusamente la Casa Blanca y los edificios gubernamentales.

En México, la Cuetlaxóchitl es conocida con distintos nombres. En Chiapas se le conoce como Sijoyo y en Durango como Catalina; en Guerrero, Michoacán, Veracruz e Hidalgo, como Flor de Pascua y en Oaxaca como Flor de Santa Catarina. También hay quienes la llaman Flor de Fuego, Bandera, Flor de Nadal, o Estrella de Navidad.

Fuera de México, es conocida como Hoja Encendida en Centroamérica; Corona de los Andes en Chile y Perú simplemente como Flor de Navidad en Venezuela y Guacamayo en Guatemala. En Argentina se le conoce como Estrella Federal, por haber sido el símbolo que en el siglo XIX escogieron las fuerzas federalistas que combatieron a quienes pugnaban por la implantación del centralismo en ese país. En Estados Unidos se la llama Christmas Flower y en muchos lugares simplemente Poinsetta, en honor a quien la difundió.

La apariencia de la Flor de Nochebuena es ahora muy diferente de las que Poinsett encontró en las zonas tropicales de México. Los horticultores han mejorado genéticamente la planta para alargar su período de floración y ofrecer una mayor diversidad de formas y colores habiendo ya diferentes colores de brácteas como ser: anaranjadas, blancas, amarillas, cremas, rosas, variegadas, bermellón, mármol, rosa mexicano o bien bicolor, apareciendo como «salpicada» con colores que ponen el contraste y a su vez, variedades como Valenciana, Supjibi, Festival, Angelika, Cortéz, Sonora, Peppermint, Jingle Bells, Maren, Lemon Drop…..entre otras.

En Francia y Holanda, los floricultores también la cultivan con ese método y la exportan a todo el mundo.

Como casi todas las tradiciones de México, la Flor de Nochebuena cuenta con muchas leyendas y cuentos que han dado vida al folklor mexicano. Una de las leyendas de la Nochebuena, es así:

“Cuando Dios creó la naturaleza en la Madre Tierra, les pidió a las plantas que crearan sus mejores flores para entregar al mundo y que cada una seleccionara las estaciones del año para su nacimiento. También les pidió que siempre dieran a todo aquel que las tomara en sus manos y en su vida, lo mejor de ellas: belleza, amor, armonía y sabiduría.

Cierto día, Dios vio que una planta en especial desde el momento de su nacimiento daba todo lo más sagrado que se encontraba en su esencia, con el fin de ser elegida por los humanos para llevar a sus vidas la belleza, amor, armonía y la sabiduría que su creador le había entregado como misión, pero, por más que se esforzaba por ser elegida, no se paraban ante ella para admirarla.

Nadie la apreciaba pues su flor era muy pequeña y sus hojas muy grandes; esto la entristecía. Sin embargo no dejaba de luchar por ser feliz, aun cuando ningún hermano la quería.

Al ver esto, Dios fue hasta la planta y le dijo: “Veo que eres muy hermosa y que realizas tu misión con mucho amor aún cuando tu belleza no es valorada, sin embargo, luchas por ser feliz dando tu amor incondicional a tus hermanos pues sabes que lo necesitan. Por eso te voy a dar mi sangre». Cuando la depositó en sus hojas, se transformaron en el rojo más hermoso que existe, y así se convirtió en la flor más bella, que florecería además en la época más importante de la Tierra, en la navidad, para ser la representante del amor y la esencia divina del universo.

Desde aquel momento la planta de flor pequeña y de grandes hojas se transformó en la bella Flor de Nochebuena, haciéndola la más representativa del nacimiento del amor y la esperanza en el mundo.

Así, la flor de Nochebuena cumple con la misión que Dios dejó con su sangre en sus hojas: amor y esperanza para todos en la Tierra.

Otra leyenda que surgió en alguno de los pueblitos mexicanos, la cuentan así:

«Es la tierna historia de una niña de escasos diez años cuya madre tenía el encargo de tejer una cobija nueva para el pesebre del Niño Jesús de su iglesia, ya que la que tenía estaba muy vieja y raída. Ella aceptó encantada la distinción que le confería el párroco, empezó a elaborarla con gran entusiasmo, pero al caer gravemente enferma no pudo terminarla y la dejó a medias en el telar. La niña preocupada intentó acabarla, pero sólo consiguió enredar todos los hilos y las madejas. Al día siguiente, al atardecer, empezó la procesión al templo de todos los lugareños y la pequeña escondida detrás de un gran matorral, llorando, los veía pasar con enorme tristeza pues su madre seguía enferma y no había cobijita nueva para el Niño.

De pronto, se le apareció un ángel en forma de anciana y le preguntó qué le pasaba. Lucina, que así se llamaba la niña, le contó toda su pena y la anciana la consoló diciéndole que ya no se preocupara pues su mamá ya había sanado y que se apurara a cortar unas ramas de esa planta que la escondía y se las llevara como obsequio al Santo Niño.

La niñita, no daba crédito a lo que oía, pero obedeció dócilmente a la anciana y con un manojo de aquellas ramas llegó corriendo al templo. Colocó con gran cuidado las varas alrededor del pesebre, mientras la gente en silencio la observaba. De pronto todo se iluminó y de cada rama había surgido una enorme estrella roja que entibió rápidamente el ambiente. La niña sonrió pues seguramente el divino Niño ya no pasaría más frío. Llena de contento salió corriendo y vio que todos los matorrales de la calle y las montañas, lucían estrellas radiantes iguales a las que había en el pesebre y que su humilde presente se había convertido en el más resplandeciente de todos los regalos».

Año con año, la flor de Nochebuena adorna los hogares de los mexicanos durante la época navideña, algo que sin duda proporciona ambiente y calor durante estas fechas en las posadas y reuniones familiares.