Hombres: recordando quiénes éramos.
Autor: Rodrigo Negrete, Comunicador Social y Terapeuta Floral.
E-mail: rnegretes@gmail.com
En este afán de reflexionar, acerca de lo que significa ser hombre en estos tiempos, volvemos una y otra vez al mismo punto de partida, la necesidad de volver a nosotros mismos, pero tenemos miedo a tocarnos y sentirnos, a reconocer dolorosamente que nos hemos perdido de nosotros mismos. Y en este afán de cumplir las órdenes y mandatos provenientes de la mente patriarcal, hemos entrado en crisis. Crisis que puede convertirse en oportunidad si recuperamos la memoria como clan masculino que fuimos y que solíamos heredar.
Ton van der Kroon, autor Holandés de “El Reto del Hombre y el Retorno del Rey”, quien realiza una serie de afirmaciones orientadas a establecer un solo juicio: el patriarcado está a la baja, las religiones patriarcales, la economía patriarcal, la política patriarcal, ya han tenido su época. Y que por el contrario, “necesitamos ecología, y un nuevo equilibrio entre la energía femenina y la masculina. Si no, no sobreviviremos”. El reto categóricamente, mas allá de todo eufemismo es la de acuñar un nuevo concepto de masculinidad y que arranque desde otra matriz de pensamiento, de mayor autenticidad de hombres que tengan conocimiento de sí mismos y sepan lo que es estar solo, ser espontáneo, ser cariñoso y ser sabio.
La obra de Ton van der Kroon, trata sobre masculinidad sana, sobre lo que quieren realmente los hombres, qué tienen que ganar y de qué desprenderse, de su papel en la familia y la sociedad, del nuevo liderazgo ejercido desde el corazón y no desde la fuerza, de su relación con las mujeres y de “la verdadera igualdad, que no significa ser iguales, sino respetuosos cada uno con el papel del otro“. “La masculinidad sana ya no es la del macho, que carece de cualquier sentimiento y se precia de una imagen anticuada y autoritaria, pero tampoco la del hombre blando, que se sume en sus emociones y ya no sabe lo que quiere o que no es capaz de actuar”.
Preguntas tales como: ¿qué es lo que queremos de verdad? ¿Qué nos hace felices? ¿Qué es lo que nuestra alma quiere de nosotros? ¿Cuál es nuestra misión en la vida? ¿Realmente estamos haciendo lo que necesitamos hacer? ¿O solo estamos cumpliendo con las expectativas de nuestros padres, de la sociedad, de nuestra esposa o de nuestro jefe? ¿Dónde está nuestra autenticidad? ¿Cuál es nuestra forma de amar? ¿Cómo tratamos el tema de la sexualidad, de la sensualidad, de la intimidad? ¿Aceptamos al amante que llevamos dentro? ¿Disfrutamos de nuestra lujuria de una forma amorosa, no de una forma agresiva o negándola?
Definitivamente gran parte de toda esta confusión y ausencia de dirección, respecto a la iniciación de un nuevo hombre, se origina en gran medida por la ausencia de un referente, un iniciador, a veces también de un padre guía. Dicho de otro modo y de acuerdo al autor, donde hay padres ausentes, los hay también hijos perdidos, puesto que de no existir vínculos afectivos o conexión espiritual, entre unos y otros, también hay hombres que serán incapaces de encontrar su poder (…) Cuando el padre está ausente ¿cómo encuentras tu propio género? Crearás tu propia iniciación, de la violencia o de la depresión. Necesitas un mentor o un padre que te enseñe el camino hacia una masculinidad sana.
Finalmente, quisiera aquí señalar las diez cualidades que identifica a un hombre como un ser autentico, y que de acuerdo al autor, ayudan a elaborar esta nueva carta de navegación, encaminada a construir un nuevo contrato de relaciones, consigo mismo, con sus pares y las integrantes del clan femenino. El Hombre autentico Primero: Tiene los pies en el suelo y es auténtico. Segundo: Sabe combinar su fuerza y su vulnerabilidad. Tercero: Respeta tanto lo masculino como lo femenino. Cuarto: Sabe ser un rey, un guerrero, un loco y un amante. Quinto: Se siente cómodo con su sexualidad y es consciente de que es sagrada. Sexto: Respeta su destino y sigue su camino con el corazón. Séptimo: Puede ser salvaje, pero nunca agresivo o despiadado. Octavo: Sabe cómo ser gentil y compasivo. Noveno: Respeta toda forma de vida, las diferentes culturas, las religiones y todas las diferencias, porque sabe que en definitiva, todos somos Uno. Y finalmente, Diez: Es guardián y cuidador de la tierra, así como de todos los seres vivos. Así este decálogo nos sirva, a los hombres conscientes, como recordatorio para tatuarlo en cada una de las zonas de nuestro cuerpo, como los antiguos guardianes de la sabiduría ancestral masculina.
Tomando contacto con Dionisios: CONFLICTIVO, ALQUIMISTA Y SOÑADOR
Cuando leí por primera vez la descripción psicológica de Dionisio, se describe un rasgo exáltico, lo cual me llenó de dudas, de inmediato me puse a buscar su significado en el corrector de ortográfico, sinónimos, diccionarios y todos me referían a una sola cosa, ser una persona exaltada.
Algo místico, no deseado y perturbador, causa de conflicto y locura en la mitología, exaltico, loco y muy cercano a la vida de las mujeres, de niño se crío en medio de ellas, el más joven de los olímpicos y el único de madre mortal. La vid, la higuera, la hiedra y el pino eran sus preferidos. Sus símbolos animales eran el toro, la cabra, la pantera, el cervato, el león, el leopardo, el tigre, el asno, el delfín y la serpiente.
Jean Shinoda Bolen, en su Libro “Los Dioses de cada Hombre”, describe que la historia cuenta que este muchacho Dionisos era “hijo de Zeus y Sémele, una mujer mortal hija de Cadmo, rey de Tebas. Los adoradores de Dionisos, principalmente las mujeres de la antigua Grecia, se comunicaban con este dios en los sitios más salvajes de las montañas. Allí también entraban en el reino de lo emocional e irracional, dejándose llevar por el cautivador poder de la danza al compás de una música emotiva en sumo grado y poseídas por el dios. Alternar entre estados de pandemónium y un silencio sepulcral eran las características principales de la adoración de Dionisos”.
En el Set Arquetipos Masculinos, nos encontramos con la Esencia Dionisio, la que es elaborada con esencia de Cactus Cereus Hankeanus y combinación de elixir de Cobre. Según su elaborador el principio ordenador de esta esencia es conectar con el movimiento de la vida. Tratándose de personalidades intensas y emotivas que saben disfrutar de la vida conectando su cuerpo con su alma. Su arquetipo predominante es la del peregrino soñador, aventurero, sensual y erótico. Alquimista. Sanador de la herida de rechazo y abandono en la mujer. Sin embargo también cuenta con un aspecto sombrío, el no querer crecer, lo que trae como consecuencia dependencia, sentimiento de eterno adolescente, imprevisible, promiscuo, e inestable emocionalmente.
Para Shinoda Bolen, “si el arquetipo Dionisos es reprimido y con él el aspecto de niño divino, vienen otras dificultades: no sentirse auténtico, estar desconectado con una vaga sensación de no hacer algo importante, o sentir que su vida no tiene sentido”.
Desde otra perspectiva, despertar el arquetipo de Dionisios podría ayudar a algunos hombres a realzar el disfrute por la vida, restándolos de esa extrema seriedad que igualmente los termina por asfixiar, en pocas palabras ayudarlos a gozar la vida, a través del baile, el sexo y la intensa espontaneidad, sin tanta estructura.
En este concurso por volver a sí mismo y de encontrar un camino que lo llene de virtuosismo, en la mitología de Dionisos hubo varios dioses que le prestaron una valiosa ayuda. Zeus, Hermes y Apolo, sus aliados, arquetipos que con el tiempo debe desarrollar. Si ha de crecer psicológicamente, Dionisos ha de dejar atrás su identificación con el niño divino y el eterno adolescente, y convertirse en héroe. El héroe ha de afrontar los peligros del mundo subterráneo y emerger con su ego intacto y fortalecido por el encuentro, según puntualiza en su obra “Los Dioses de Cada Hombre” de Shinoda Bolen, texto de estudio que en lo personal me ha orientado en forma importante para entender la psicología de este arquetipo que acompaña a muchos hombres, en tiempos de crisis o transiciones que marcan decisivamente un quiebre iniciático, en relación a inaugurar un nuevo tiempo, una nueva época especialmente en la edad media del hombre maduro de estos tiempos.
Ciudad de México 2017.