La Danza de Adán y el Empoderamiento Masculino.
Autor: Rodrigo Negrete, Comunicador Social y Terapeuta Floral.
E-mail: rnegretes@gmail.com
La relación entre el cuerpo y el género, han estado presentes a lo largo de toda la historia de la humanidad. Diferentes civilizaciones desde la remota Asia, Oceanía, África e incluso América, no han estado excluidas de estas expresiones de danza ritual, en cuya práctica se da la construcción de lenguajes corporales, produciendo maneras diferenciadas de sentir y por consecuencia de diferencia sexual.
Recuerdo siempre con admiración, esos bailes o danzas energéticas de poder del tipo masculino, que a través de diferentes historias, leyendas o documentales de la vieja Australia, llegaban a mi temprana vida adolescente, a través del “HAKA”, un tipo de danza de guerra maorí antigua que se usaba tradicionalmente en el campo de batalla y cuando los grupos se reunían en paz.
De acuerdo a lo que he leído, el “HAKA” es una demostración feroz del orgullo, la fuerza y la unidad de una tribu. Algunas de las acciones del “HAKA”, son dar golpes violentos con los pies, sacar la lengua de manera protuberante y dar palmadas rítmicas en el cuerpo para acompañar un canto fuerte. Las palabras del “HAKA” suelen describir poéticamente los ancestros y los sucesos de la historia de la tribu.
Hoy en día, se sigue usando el “HAKA” durante las ceremonias y celebraciones maoríes para honrar a los invitados y mostrar la importancia de la ocasión. También se usan para desafiar a los oponentes en el campo de deportes. Sin embargo no hay que viajar tan distante geográficamente, puesto que también, sobre las faldas de montañas y volcanes sagrados de la sierra Madre, los guerreros del Anáhuac, también danzaban adorando al sol, como ofrenda por todos los dones y virtudes de él recibidos, haciendo de esta danza una de las más importantes en el Solsticio de Verano.
Lo que quiero proponer aquí, es que en la práctica de la danza ritual, los hombres no sólo encuentran un lugar desde donde construir su masculinidad siguiendo , seguramente, los parámetros que a propósito sus respectivas sociedades les imponía, sino que también encuentran un lugar, a través de la emergencia de una conciencia corporal, desde donde se puede diseñar otro tipo de “SER HOMBRE” renunciando a la masculinidad hegemónica.
Un tipo de expresión corporal, tanto individual y colectiva, donde los hombres volvamos a aprender a ser amigos, danzando a cara descubierta, con honestidad y humildad, reconociendo nuestro poder expansivo y activo, con compromiso, lealtad y humildad frente a los valores sagrados de la vida, heredados por nuestras mujeres y la gran familia de Gaia.
Quiero imaginar que tal vez, Eduardo H. Grecco, creador intelectual del modelo de sanación floral por arquetipos masculinos “La Danza de Adán”, se inspiró en estos detalles para bautizar el presente set, y si no fuera así, me comprometo dar los primeros pasos, para sistematizar las diferentes fuentes de análisis y reflexión que existen en estos días acerca de la ascensión y caída del rol masculino tradicional y como los remedios florales, a los hombres especialmente, puede ayudar a sanar.
Agradezco a mis compañeros de camino, todos ellos hombres, algunos terapeutas, colegas y especialmente a mi maestro y camarada en el sendero floral, por estimular el goce por compartir, comunicar y salir al encuentro de las experiencias de la vida, cuando en medio de una crisis de la mediana edad, las esencias florales me están ayudando muchísimo, especialmente los cactus de la familia “Cereus”, energía vibracional de los abuelos de los desiertos, que expanden su infinita sabiduría masculina, enseñando con firmeza y dulzura a la vez.
Retomemos el núcleo de esta reflexión, la crisis de masculinidad en nuestros días y como las 12 esencias de «La Danza de Adán», se puede convertir en una extraordinaria herramienta amplificadora de la consciencia, tanto individual como colectiva y grupal.
Mi profesión es la de Comunicador Social, aun cuando mi verdadera vocación creo está más bien, dirigida a enseñar a las personas cómo curarse por sí mismos, sin embargo, sigo guardando el vicio de estar bien informado, o al menos intento hacerlo.
Al respecto, leyendo recientemente a Alberto Pierpaoli, consultor especializado en marketing de género, mencionaba como el periódico inglés The Guardian, había publicado recientemente, “…tres notas diciendo que se debía volver a hablar de la masculinidad, debido al machismo creciente y la crisis de la masculinidad consecuente. Y que esta crisis se relacionaba, entre otras cosas, con la recesión, las luchas por los cambios sociales y el desempleo, que ya alcanzaba valores superiores al 20%.”
Por cierto que, el tema preocupó a los ingleses a nivel parlamentario, puesto que, por todas esas razones, los hombres se sienten inseguros y perdidos respecto a su papel actual y futuro. No saben lo que significa ser hombre hoy ni en el futuro próximo, con la consecuencia del incremento de la violencia masculina en general y de la violencia de género, en particular.
Como dice el articulista, en los últimos sesenta años las mujeres han avanzado a todo nivel, lo que se ha vivido, muchas veces, como un avance en detrimento de los hombres. Sin embargo, el papel de las mujeres y de los hombres en la actualidad, debe ser redefinido desde lo cultural, es decir, desde la perspectiva de género. En lo personal creo firmemente que la terapéutica floral contemporánea puede y debería aportar a dicho proceso, como un actor o agente de salud consciente de los cambios que están ocurriendo a nuestro alrededor, aun cuando sean los hombres aún muy reticentes a integrarse a círculos de masculinidad o de terapia con enfoque de género.
El ascenso de las mujeres no implica el fin de los hombres. Y el progreso de ellas no es una panacea. Estas son las grandes mentiras que promueve el sistema hegemónico. Pero si es absolutamente urgente y necesario que los hombres se liberen de la presión de tener que probar su masculinidad, como erróneamente se la entiende hasta ahora.
En otra línea de reflexión, Emilio Fiel, escritor acerca de temas de Nueva Masculinidad, nos plantea que, “… los hombres tenemos la misión de abrirnos al ser consciente y creativo que somos. Hemos de liberar nuestra dependencia frente al exceso emocional femenino, y para ello necesitamos desarrollar una intensa sobriedad emocional, centramiento y voluntad, dejando a un lado la eterna insensatez de nuestra energía sexual (y de sus proyecciones mentales), y abriéndonos al sentimiento del pecho. Es hora de fortalecer con clara intención nuestra polaridad masculina como una imagen paterna ligera, alegre, sabia y comprensiva, identificándonos con lo masculino-sensible, lo fuerte-compasivo, lo pragmático-creativo, lo físico-no-competitivo.”
Ahora bien, ¿Qué nueva relación fraternal podemos establecer entre nosotros que no repita los viejos moldes jerárquicos?, buena pregunta.
Un camino propuesto es que la nueva masculinidad ha de encontrar su orientación en la línea de las tradiciones, no estoy muy seguro si en las indígenas, pero sí en aquellas referencias que han llegado desde Oriente, como son las enseñanzas de las doctrinas secretas, las artes marciales, el silencio mental, el Tao, la concentración de la atención. Pero también los hay caminos más eclécticos y que convocan a muchísimos hombres jóvenes, lo vi mucho desde el 2012, en toda la Rivera Maya en México y otros sitios de poder como Tepoztlán y San Cristóbal en Chiapas, y estas son las nuevas redes de conciencia, ceremonias ancestrales con plantas de poder, danzantes del canto y la flor, y por supuesto, también los remedios florales por arquetipos masculinos, razón de ser de este conjunto de ensayos y artículos que irán viendo la luz, en la medida que Hades y Dionisio, esencias que me encuentro atravesando, den lugar a la intrepidez de este terapeuta floral por escribir y que hace años no se lo permitía.