La enfermedad psicosomática y la Terapia Floral (3)
6. Las esencias florales
En todo este amplio espectro de cuestiones clínicas las esencias florales son remedios vibracionales que brindan una ayuda cierta promoviendo un mejor funcionamiento de los componentes orgánicos y psíquicos del sistema inmunológico, aumentando la buena capacidad de sus reacciones y procurando alivio al dolor y cura, muchas veces, de los síntomas y las causas que lo provocan.
Algunas de las esencias que actúan en el sistema inmunitario son Self-Heal, Peach, Waratah, Caña de Azúcar, Gorse, Lotus, Garlic, pero, lo importante no es el listado de alternativas de remedios posibles, sino lograr una comprensión estructural del consultante. El holismo no consiste en el uso de remedios naturales sino en el modo de abordaje del paciente.
El uso de los remedios florales es hoy bastante difundido aunque su uso con una perspectiva clínica no lo sea. Sin embargo, existe un grupo de profesionales que utilizan esta herramienta con esta mirada tratando de que su ingesta contribuya no sólo a beneficiar el alma sino también el cuerpo con el criterio de que cuerpo y psiquismo son conceptos para hablar de un mismo hombre que enferma y que la acción en un terreno aporta bondades al otro.
7. Un caso clínico como ejemplo
Quisiera, muy brevemente, ilustrar con el relato de una paciente autoinmune, Marcela. Tiene 39 años al momento de la consulta, está casada y es madre de dos hijos.
Motivo de consulta:
Sentimiento de culpa, necesidad de agradar a toda costa, excesiva preocupación por los demás, falta de autoestima, sentimientos de inferioridad e impropiedad, cansancio, depresión sin que existan causas conocidas, anestesia sexual, dolor de cuello y dolor de cabeza. Además, Marcela, padece tres enfermedades autoinmunes: hipotiroidismo de Hashimoto, herpes virus en sangre y anemia hemolítica autoinmune.
Datos históricos:
Marcela tiene una fuerte ligazón con su madre que, para ella, nace del hecho que cuando su madre quedó embaraza de ella comenzó a padecer una insuficiencia renal grave. Su padre y sus abuelos querían hacer un aborto. La única que defendió su vida fue su madre. Luego de nacer se siente como en el paraíso hasta que tres años después nace su hermana y siente que su madre dirige toda la atención hacia la nueva hija.
Sus padres son como «el agua y el aceite», no sólo distintos sino antagónicamente opuestos. A los doce años hace su primer intento de suicidio con pastillas. A los quince lo repite queriendo cortarse las venas. En ambos casos la búsqueda de la atención materna perdida forma parte del ramillete de motivos que la conducen a tales intentos.
Al terminar el secundario comienza a trabajar e ingresa en la universidad. A los 25 se recibe de abogada.
A los 29 años se casa. Cuando tiene 31 muere su padre. Un año después da a luz a su primera hija y al año siguiente descubren en Marcela el hipotiroidismo autoinmune. Un año después el herpes virus y luego la anemia hemolítica.
Todos estos síntomas focales ponen en evidencia, junto a sus intentos de suicidio en una época de formación de identidad como es la adolescencia, el doble mandato de «vive y muere» con el que está marcada Marcela desde su concepción.
Vale la pena recordar que los trastornos inmunitarios son trastornos de la identidad que se relacionan con un afecto que si se hubiera descargado como tal hubiese implicado, para el sujeto, un contacto intolerable con algo propio que es rechazado. Frente a esto la persona vive lo propio como ajeno y lo ataca y destruye… destruyéndose.
Como era de esperar Marcela tiene una relación de pareja que es todo lo opuesto a lo que ella es. No solo lo opuesto, sino todo lo que Marcela, inconscientemente, rechaza.
No voy a mencionar los mapas emocionales de cada una de las enfermedades autoinmunes que padecía Marcela pero todas confluyen hacia un mismo cuadro de melancolía, desgano, derrotismo, desesperanza, remordimiento y autodestrucción.
Marcela tomó esencias florales con resultados asombrosos. Lo primero fue darse cuenta que eso que ella proyectaba sobre su marido era algo propio, un aspecto importante de si misma que tenía que asumir y aceptar. Que así como habían funcionado sus padres, así funcionaba ella. Que estaba pagando un precio muy alto (sus enfermedades autoinmunes) por no poder unificar los aspectos paternos y maternos de su identidad. Luego de esta elaboración comenzaron leves mejorías orgánicas.
Sin embargo, llegó un momento del tratamiento donde el estancamiento clínico era evidente. Comenzamos a utilizar entonces el Jugo de Noni de manera sistemática en las dosis habituales dos veces por día antes del desayuno y cena.
A partir de ese momento la detención del proceso de cura se diluyo y los avances fueron mas significativos
Hoy, luego de haber sido dada de alta clínicamente, es una mujer que ha logrado enfrentar sus «monstruos» y sanarlos. Que ha sabido entender aquella verdad clínica: las emociones están para ser sentidas, cuando no las dejamos fluir nos enferman, que los afectos no pueden ser sanados en ausencia.
Las esencias la ayudaron a aprender de sus síntomas y de sus vínculos la lección que la enfermedad inmunológica propone: respetar e integrar lo diferente, comenzando con lo propio diferente, que coexiste, ignorado, dentro de nuestra alma.
Fin