La magia de Afrodita
Cuando Lucía vino por primera vez a la consulta su aspecto era como el de una amapola marchita. Vestía de rojo aunque apenas tenía fuerza para mantener la mirada. Tenía 35 años y había sufrido depresiones desde los 14. Había tomado medicación antidepresiva durante mucho tiempo. Una amiga le habló de la Terapia Floral y decidió probar aunque estaba totalmente desesperanzada y abatida. Durante dos meses y medio estuvo tomando gorse, clematis y angélica. Esta toma la ayudó a querer “quedarse”, porque según decía ella quería marcharse de aquí. La vida no tenía ningún sabor, ningún sentido para ella. Pronto salió a la luz la vivencia amarga de una mujer-niña Perséfone que se había negado a crecer tras sufrir una traumática experiencia de abuso sexual en su infancia. Transcurridos dos meses, se dio cuenta de que sí quería curarse y tenía esperanza en ello.
Empezó a tomar Ingenua hija de papá, junto a otras esencias de Bach, especialmente star of bethelem, mimulus, heather y honneysuckle. Tras seis meses de terapia su estado general había mejorado y había reducido en su mayor parte la medicación antidepresiva que tomaba. Entonces empezó a tomar la esencia Amante creativa junto a Ingenua hija de papá.
Se desveló que tras su primer y traumático encuentro con la sexualidad, ella se había cerrado a todo disfrute sexual y a todo deseo consciente de él, a pesar de haber mantenido relaciones sexuales con sus parejas. Con la ayuda de Afrodita, empezó a gustarse más y a sentirse más atractiva y aumentó considerablemente su autoestima, su amor por ella misma, y su capacidad para acceder al placer en la relación sexual. Un mes más tarde abandonó definitivamente la medicación antidepresiva y comenzó a tomar clases de danza del vientre. Su evolución me parecía sorprendente, dado el estado con el que había llegado hacía solo unos meses a la consulta. Además, Afrodita despertó en ella su deseo de pintar y de bailar, dos de sus mayores fuentes de alegría cuando era niña. Me pareció fascinante y mágico el proceso de transformación de la frágil amapola mustia que aparecía ante mí la primera vez que la vi, en esa mujer alegre que en nuestro último encuentro me recordaba por su frescura y su poderío a un clavel rojo.
Ya se sabe, la Maga Afrodita a través del amor, todo lo que toca lo convierte en oro…