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La mujer entre Paris y Héctor.

La mujer entre Paris y Héctor.

Autor: Eduardo H. Grecco

email: eduardohoraciogrecco@gmail.com

En momentos de gran melancolía, cuando en mi conciencia se proyecta la sombra del final de nuestra civilización, tal vez como un desplazamiento del final de un ciclo de mi vida o de mi vida misma, me viene, insistentemente, a la memoria, el personaje heroico de Héctor, el hijo del rey de Troya, a quien Aquiles mata, a todas luces en un combate desigual.

Héctor sabía que iba a perecer y que Troya iba a ser destruida, Alcanza con el leer el canto VI de la Ilíada para que esto quede claro. Tampoco se hacía muchas ilusiones sobre Paris y le dolía, profundamente, que este baladí príncipe, fuera la causa metafórica de la tragedia que se avecinaba, que hubiera dado justificación a los griegos para ejecutar su obra destructora y terminar con una rivalidad geopolítica. A pesar de todo esto, Héctor continuaba acatando su destino y realizando su labor como guerrero. Así murió, sin ilusiones y en paz con su conciencia.

Me gusta imaginar que los caminos paradigmáticos de la historia han sido anticipados por los griegos y sé que, así como el Asia vencida en Troya volverá por su desquite, del mismo modo, el arquetipo de Héctor regresará por el de Aquiles. Y, no sólo como algo exterior sino dentro de cada uno de nosotros, dentro mío.

Del mismo modo que Paris opaca a Héctor en el mito, Helena lo hace con Andrómaca, la esposa de Héctor. Sería muy ilustrativo, como aprendizaje de vida, recuperar esas memorias y aprender de sus valores y lecciones.

Cuando una mujer toma conciencia de su poder de Helena y lo sujeta para cultivar a su Andrómaca interior, da un paso en su evolución. Para eso, la mujer, debe dejar de quedar seducida por la belleza de Paris y dejar de buscar en los hombres ese arquetipo y, en cambio, abrirse a la bella sencillez de Héctor.

Tanto Paris como Héctor son aspectos de Dionisio, uno representa el erotismo, otra el misticismo. Una  mujer Afrodita se queda con Paris, una mujer Medea elije a Héctor pero, una mujer Andrómaca sabe unir en su interior ambas corrientes emocionales. No importa si afuera están separadas, lo significativo que dentro de la mujer sean una unidad. Se convierte, entonces, en la Sofía del gnosticismo.