La piel dura: “La concepción social del consumo…” 4ª Parte.
“No se trata de endurecerse, sino de hacerse duros”
F. Truffaut.
En el año de 1997 tuve la oportunidad de presidir la organización del Congreso Internacional La Salud Mental y los Trastornos Psicológicos de la Modernidad, magno evento organizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. El carácter de internacional se sustentó con la participación de tres conferencistas magistrales extranjeros como el Dr. Eduardo Kalina, psicoanalista argentino, especialista en el tema de adicciones; el psiquiatra Michel Botbol, especialista francés en el tema de las adicciones y la violencia; y el doctor en psicología Enrique Echeburúa, de la Universidad del País Vasco, cuyo campo de experiencia era el diseño de propuestas psicoterapéuticas de corte cognitivo conductual, aplicadas a diversas problemáticas, tales como la violencia familiar y el alcoholismo. De los tres especialistas recibí importantes enseñanzas, antes del evento a través de sus libros y luego personalmente, a pesar y quizá por eso, de provenir de diversas formaciones profesionales: uno psicoanalista, otro psiquiatra y el otro psicólogo cognitivo–conductual. De este último, es de quien más alejado estoy conceptual y prácticamente, en términos terapéuticos, pero no dejo de reconocer que su diseño de psicoterapia es el que más se utiliza en el tratamiento de adicciones. Por ello, en esta colaboración continúo con Enrique Echeburúa (1999), quien considera que se pueden identificar las cinco fases que describiré a continuación, en el Tratamiento Cognitivo-Conductual para alcohólicos.
1. Control de los estímulos relacionados a la adicción. Esto significa la absoluta evitación de los estímulos asociados a la conducta descontrolada de tipo adictiva, por ejemplo, bares, amigos, música, olores, ambientes, etc.
2. Exposición progresiva a los estímulos. El paciente no puede indefinidamente evitar los estímulos de atracción a la droga porque le generan ansiedad y avidez por lo prohibido, que se traduce en intranquilidad subjetiva, por lo cual en la 2ª fase de tratamiento se inicia una progresiva exposición a las situaciones, objetos y lugares de la droga.
3. Solución de problemas específicos. Implica enseñar al sujeto para que pueda afrontar adecuadamente las dificultades de la vida cotidiana, sin acudir a la droga como modo de solución. Por ejemplo, el saber manejar el deseo de volver a consumir, la ansiedad, los problemas interpersonales o la depresión.
4. Creación de un nuevo estilo de vida. Implica ofrecer al paciente una serie de actividades alternativas satisfactorias a las que se dedique en el tiempo que antes invertía en mantener su estado de adicción.
5. Prevenir las recaídas. Antes que nada, es importante entender que una característica del adicto a cualquier tipo de drogas, pero esencialmente el alcohólico que recibe algún tipo de tratamiento, recae en aproximadamente un 50%, después de los primeros 6 meses de haber recibido psicoterapia. Echeburúa entiende por caída un episodio aislado y descontrolado de una vuelta al consumo de drogas, mientras que la recaída es la vuelta al consumo de drogas de manera descontrolada, al nivel que se tenía antes del tratamiento. Y quien ha recaído transgrede la abstinencia y casi siempre le causa un estado subjetivo de culpa. Pero también la recaída supone la percepción, por parte del adicto, de que el consumo de una droga tiene un mayor beneficio que el perjuicio que le pueda causar en el corto plazo. Entonces se hace necesario que en la terapia se establezca como tarea fundamental el identificar estados emocionales negativos (como depresión, ansiedad, irritabilidad), en los que el paciente puede caer, así como también observar aquellos conflictos interpersonales con la pareja, la familia, o en el trabajo, en lo cuales el paciente se puede enganchar de manera inercial y así justificar su vuelta al consumo. Igualmente, en esta fase se requiere prevenir la presión social que se expresa en las frecuentes invitaciones de amigos, familiares y compañeros de trabajo, para consumir. Se hace necesario implementar estrategias que prevengan las recaídas relacionadas con situaciones de riesgo. También, en la quinta fase se estimula la preparación para que el adicto cuente con respuestas de enfrentamiento a situaciones problemáticas y generar un cambio de expectativas sobre las consecuencias de la adicción. Finalmente, se plantea llevar al paciente a una seria revisión de su estilo de vida.
Hasta aquí, esta breve exposición de la Terapia Cognitivo-Conductual. Por ahora, no haré ninguna observación crítica de esta modalidad, pero tengo algunos cuestionamientos relacionados con la concepción social que se tiene del consumo de drogas, ya que esta terapia se aplica sin considerar que el objetivo de dejar de consumir la droga, sólo es exitoso si el sujeto así lo considera. Este objetivo conductual, es casi un acto de voluntad. Pero esto, ya lo veremos. ¡Hasta la próxima!.
Twitter: @Bilbao_pieldura