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Las flores de Bach y sus mandalas

Las flores de Bach y sus mandalas

Quienes buscan el desarrollo personal cuentan ahora con una herramienta que facilita la meditación y la apertura de la conciencia. Se trata de un método que tres facilitadoras ponen a disposición en un novedoso taller.

Tres jóvenes profesionales se encontraron caminando por la senda del desarrollo personal. Llevaban un bagaje con múltiples herramientas, entre ellas sus conocimientos de los poderes curativos de las flores de Bach y de los mandalas.

Impulsadas por el deseo de avanzar hacia el autoconocimiento, acordaron explorar vías que les permitieran integrar ambas herramientas para lograr una mayor apertura de conciencia.

No tenían otro norte que el de desentrañar la más difícil de las informaciones: aquella que llevamos dentro de nosotros y que nos conforma como personas; aquella que nos permite crecer a partir de aceptar o modificar lo que nos define individualmente y nos conecta con el mundo.

La psicóloga Marcela Rioseco y las artistas visuales Romina Casas y Janitze Faúndez empezaron su trabajo en 2010. Hasta entonces, cada cual marchaba por su propia senda profesional y, a pesar de su entusiasmo por el trabajo de autoconocimiento en que se comprometieron, esta tarea siguió siendo anexa a las labores que, aún hoy, efectúan cotidianamente.

mandala1Mandala de la violeta de agua.

 

No obstante, a medida que avanzaban en sus investigaciones, se vieron obligadas a extender los horarios, a proyectar sus objetivos más lejos, a ampliar su radio de influencia. “Se transformó en una actividad apasionante. Definimos que en una primera etapa trabajaríamos con las flores que, de acuerdo a las enseñanzas del doctor Edward Bach, representan las Doce Cualidades esenciales del alma. Nos reuníamos y durante horas estudiábamos cada parte de la planta, sus raíces, su tallo, sus hojas, sus pétalos.

Buscábamos la forma gráfica más armoniosa para representar cada planta, para interpretar sus polaridades. Debatíamos sobre la manera de llevarlas a los mandalas, de tal forma que la flor, con su virtud y también con el estado negativo que equilibra, se integrara al diseño simbólico del mandala”, explica Marcela.

Así fueron naciendo uno a uno los doce mandalas: los Doce Curadores.

 

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Romina, Marcela y Janitze trabajando en uno de sus mágicos mandalas. (Fotografía: Ricardo Aliaga Bascopé)

Los talleres

Al comenzar a ver los resultados de su trabajo y de la eficiencia de éste para llevar a las personas que lo utilicen a una mayor apertura de conciencia, el trío de investigadoras tuvo la idea de difundirlo entre quienes trabajan en el crecimiento personal. Para ello diseñaron talleres que comenzaron a darse, por primera vez, a un grupo de personas que se preparaba para titularse de terapeutas florales.

Las realizadoras del método

Janitze Faúndez: Artista visual y docente, especialista en Metodologías de Innovación en Educación. Realizó sus estudios en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y en la Universidad Mayor. Además es instructora de Yoga Kundalini.

Romina Casas: Artista visual, paisajista y terapeuta floral. Efectuó su formación en la Universidad Politécnica de Madrid y en la Universidad de Chile.

Marcela Rioseco: Psicóloga transpersonal, terapeuta y docente en Terapia Floral. Estudió en la Universidad de Chile y y ha hecho cursos de perfeccionamiento en Argentina, Uruguay, México, Cuba e India. Además es instructora de Yoga.

Estos talleres son jornadas intensas en las que se utilizan técnicas que centran a las personas y las llevan a un estado óptimo de meditación y conexión con el mandala que elijen. “Son sesiones terapéuticas y educativas, es decir, cada participante utiliza los conocimientos para sí y se capacita para aplicar el método en la realización de sus actividades”, explica Janitze.

El programa contempla ejercicios de yoga y biodanza. En un momento, estando los mandalas dispuestos con sus diseños hacia abajo, los participantes eligen para trabajar uno de entre ellos. El trabajo consiste en desentrañar qué emoción representa el mandala elegido y en vivenciar el momento: ¿por qué fue éste y no otro el que me atrajo? ¿Qué pasa dentro de uno con la emoción representada? ¿Requiere pacificarla o activarla? Esta meditación activa permite obtener mucha información interna para el autoconocimiento.

La persona que contempla o colorea un mandala de los Doce Curadores experimenta en forma espontánea la emergencia de sensaciones, emociones y estados mentales vinculados a la tensión de la polaridad entre la virtud del curador y el defecto de la personalidad.

En esta vivencia realiza un viaje que se desplaza desde la apertura del inconsciente y los aspectos de su sombra, hasta elevados entendimientos de las experiencias y dolores propios de la herida a sanar o de la lección a desarrollar.

Los talleres, que se vienen realizando desde hace muy poco, son de dos tipos: unos para quienes están en la autoexploración, y otros especiales, que constan de seis sesiones, destinados a enseñar la forma de utilizar los mandalas de los Doce Curadores. Estos últimos son seguidos fundamentalmente por terapeutas florales, educadores, psicólogos y, en general, profesionales de la salud que buscan nuevas herramientas para potenciar los resultados de sus trabajos.

Próximamente, se harán reproducciones de los mandalas, de manera que quienes lo necesiten puedan adquirir su propio set. Así mismo, Marcela, Janitze y Romina están trabajando en un libro en el que, junto con relatar su experiencia, revelan el sentido de su trabajo y la manera en que cada quien puede utilizarlo.

mandala3 Mandala de Cerato

 

Las herramientas

¿Por qué mandalas y flores de Bach? Porque ambos son expresiones del alma que pueden llevarse a representaciones concretas.

Las Flores de Bach son un sistema terapéutico desarrollado por el médico bacteriólogo Edward Bach, destinado a aliviar desequilibrios psicoemocionales y de carácter para influir o prevenir padecimientos físicos y/o psíquicos. Bach estudió 38 flores cuyas esencias tienen diferentes poderes sanadores.

En la propia definición de su trabajo, estas investigadoras señalan: “El mandala es una estructura sintética y armónica que refleja la polaridad del cosmos en constante relación de expansión y contracción, el macro y el microcosmos insertos en la totalidad”. ¿Qué mejor, entonces, que guiar el contenido de esta estructura con elementos que Edward Bach considera como la manifestación más sublime del alma de la naturaleza?

Al referirse especialmente a los mandalas de los Doce Curadores, Romina Casas explica que al centro del diseño de cada uno de ellos hay una flor específica, que representa una de las virtudes esenciales de acuerdo a la teoría del Dr. Bach. Agrega que cada flor fue estudiada profundamente, parte por parte, para así representarla en su dimensión natural, vibrando en su forma y color, la virtud esencial que contiene y la polaridad que equilibra y que se refleja tanto en la estructura como en el comportamiento de la planta.

Según Bach –cuya teoría se basa en postular que la naturaleza tiene relación directa con el desarrollo espiritual del ser humano–, los Doce Curadores son las primeras doce plantas en las que descubrió las cualidades esenciales del alma. El las denominó: Amor, Fe, Alegría, Paciencia, Paz, Valentía, Coraje, Amabilidad, Sabiduría, Pasión, Fuerza y Decisión.

El propósito último del hoy reconocido científico inglés fue el alivio del sufrimiento humano a través de una medicina natural, finalidad que encuentra en los mandalas un vehículo inmejorable puesto que ambos elementos se remiten al alma, contenedora de la esencia de cada ser vivo.

El mandala de la vida

El psicoanalista Carl Gustav Jung fue quien extendió el conocimiento del término “mandala”. Él mismo experimentó y comprendió con claridad cada vez mayor que el mandala es el centro, la expresión de toda vida, la vía de la individuación. Y demostró cómo los mandalas actúan de “imanes para reacciones internas contradictorias de nuestras emociones”.

Tal como la estructura gráfica con la que Marcela, Janitze y Romina están concretando su esencia, la contracción y expansión de sus vidas se está reflejando en este trabajo. La búsqueda del autoconocimiento, de la aceptación, de la armonía está en la esencia de cada una, en el centro del mandala de sus vidas.

Todas ellas, en forma individual, abrazaron caminos de crecimiento a través de sus profesiones y de sus actividades diarias. Además de elegir trabajos en los que pudieran realizar sus inquietudes, reflejaron en dicha elección su vocación de servir, entender, amar, conocer al próximo, y en esta vía de expansión, los caminos concéntricos las llevaron a encontrarse, a contraer sus energías para focalizarlas en nuevos ciclos de expansión.

Sus inquietudes sumadas -así como la energía que se concentra hasta llegar al punto que explota y comienza una nueva expansión- están dando sus frutos. Terminado el periodo de concentración máxima y paridos los mandalas de los Doce Curadores, su trabajo está ahora expandiéndose. La etapa de estudio las llevó a la apertura de los talleres; y la realización de los talleres, al reconocimiento internacional que les ha merecido una invitación al Vigésimo Congreso Internacional de Terapeutas Florales que a fines del presente mes tiene lugar en México. Allí presentarán su experiencia. Luego vendrá el libro, la reproducción de los mandalas y la continuación del trabajo para llegar a representar el resto de las 38 flores de Bach.

 

mandala4 Mandala de Rock Rose