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  • Curso «Correspondencias Bach-América (California)»

Las moradas de la memoria

Las moradas de la memoria

Autor: Eduardo H. Grecco

e-mail: eduardohoraciogrecco@gmail.com

Quiero traerles a colación el tema del pasado, las emociones y los llamados tipos florales, para intentar mostrarles esto que podríamos denominar las moradas o guaridas de la memoria, en tanto, cada uno de los doce curadores puede ser pensado como un tejido, como una matriz que procede del ayer, que organiza la experiencia de la vida, nuestros síntomas, nuestros sueños y nuestros vínculos en una configuración que se repite hasta tanto no se aprende.
Bach hace, a lo largo de sus escritos, dos comentarios sobre la relación entre la astrología y las esencias florales ambos que datan de 1933. El primero puede encontrarse en un artículo publicado en The Naturopathic Journal, bajo el título de Los doce curadores.

Allí, al hablar de los doce tipos primarios de personalidad, Bach señala que estos “tipos de personalidad están indicados por el signo del zodíaco en el que se encontraba la luna en el momento del nacimiento, y un estudio de éstos nos dará las siguientes indicaciones:

  1. El tipo de personalidad.
  2. El objetivo y la finalidad de la vida.
  3. El remedio que le apoyará en la realización de esa finalidad.”

Un poco mas adelante, en el mismo texto, agrega que:

“Averiguamos nuestra personalidad a partir de la posición de la luna en el nacimiento; nuestros peligros de interferencia a partir de los planetas. Pero los astrólogos otorgan demasiada importancia a los planetas, ya que si podemos sostener nuestra personalidad, ser honrados con nosotros mismos, no necesitamos temer a ninguna influencia planetaria o externa. Los remedios nos ayudan a mantener nuestra personalidad”.

En ese mismo año, en el mes de octubre, en un carta dirigida a The Naturopathic Jourrnal, que acompaña al envío de el artículo antes mencionado junto con otros dos más, Bach dice textualmente:

“Soy muy cauteloso en lo concerniente a la Astrología y es por eso que dejé fuera los Signos y los meses en el primer Los doce curadores. Esta obra está decididamente orientada a contribuir de forma muy amplia a la purificación y la comprensión de la Astrología, pero me parece que dar principios generales, aunque haya personas como usted que tienen un conocimiento más amplio, puede descubrir una gran verdad. Es por eso que no deseo estar asociado con nada dogmático, hasta estar completamente seguro.”

Estas citas, las únicas que he encontrado sobre este punto en Bach, me parece que están destinadas a mostrar a la Astrología como una herramienta capaz de brindarnos información diagnóstica pero que, sin embargo, hay que tener bien alejado de pensar que es la única respuesta a nuestros desconocimientos.

No comparto la tesitura, de algunos maestros, que afirman, de una manera rotunda, que no sólo que Bach prescribía en términos astrológicos sino que el sistema de Bach ésta montado sobre esta propuesta. Soy más propenso a pensar que la Astrología fue para Bach una herramienta de exploración así como lo era la clínica.

Sin embargo, me parece interesante no quedarnos atados a esta discusión y tratar de pensar en algunas cuestiones que estas citas de Bach pueden despertar. Específicamente, quiero centrarme en el tema de las lunas y la luna como símbolos de ciertos procesos afectivos y ciertas maneras de retorno del pasado en nuestra vida. Algo así como si las posiciones lunares describieran una posición arquetípica interior, una manera en la cual el pasado se hace presente en nuestras vidas, casi como una especie de “predisposición” ordenadora de nuestras experiencias y como desde las esencias florales podemos trascender el automatismo de esta repetición en el cual nos sumergimos sin pensar, ya que, de lo que trata el arquetipo de la luna es de la reiteración regresiva de un imaginario de seguridad al cual ansiamos volver. De la búsqueda del cobijo, la nutrición y el sostén afectivo, de una estructura matricial que cumplió esa finalidad en la niñez y a la cual se quiere regresar, ya sea porque ha dejado una herida que necesita sanar, ya sea porque se fantasea, inconscientemente, que es posible recrear una situación original de satisfacción, ya sea porque el exceso de frustración, sufrido en ese tiempo y en esa relación, han marcado a la persona y necesita, para seguir avanzando, “desmarcarme” , ya sea porque vivió en el paraíso y lo perdió, ya sea…
Esto es de lo que quiero hablarles en el curso del año y de cómo el modelo astrológico nos permite incluir instrumentos conceptuales para pensar cómo funcionan los dinamismos esenciales de la personalidad de los seres humanos y de cómo la relación con la madre y con el pasado es esencial en nuestras vidas y como todo esto establece un patrón transferencial y un patrón de destino. Al cual quedamos atados y del cual tenemos que liberarnos para poder evolucionar.

El cuerpo de mamá

Tal vez sea algo demasiado obvio para recordar, pero me arriesgo: entramos a la vida, encarnamos en esta tierra, por intermedio del cuerpo de mamá. Ella nos proporciona la primera casa donde habitamos, el primer territorio donde nos vamos forjando, el primer mundo con el cual interactuamos. Un mundo lleno de matices y vaivenes, tanto materiales como sutiles, un mundo donde aprendemos los esquemas básicos de las emociones, al latir del corazón de mamá.

Cuando dejamos esta primera morada, cuando nos separan de la placenta, de nuevo nuestra madre nos ofrece un modelo de cobijo y abrigo con sus brazos alrededor de nuestro frágil cuerpo. Los brazos de mamá en nuestra piel dibujan una segunda placenta de protección. Y durante mucho tiempo somos demandantes del afecto de mamá para poder, no sólo vivir, sino sobrevivir. Esta dimensión en lo simbólico ésta representada por la luna: la energía lunar es la que impronta la transición del nacimiento. De manera que la luna natal en nuestra carta representa la energía de mamá, esa energía que nos da seguridad y que determina, en cierto modo, nuestra personalidad.

Al introducir esta idea de la función madre como modeladora de nuestra personalidad vale la pena mencionar que nuestra personalidad, al igual que mamá, es lo que nos sostiene, protege, arraiga y nutre, de tal manera que podemos hacer un juego de transformaciones en el cual vamos a incluir los conceptos de mamá, personalidad, familia y luna como ejes simbólicos que nos atan al pasado pero que nos cimientan en la seguridad que nos permite desplegar el ser. Dicho de otro modo, mamá, la familia y la personalidad son nuestra luna natal y que sea nuestra luna natal quiere decir, por una parte, que hay una estructura preexistente, configurada por esa luna, que no nos deja otra oportunidad más que esta que tenemos de ser, de establecer relaciones, de generar síntomas, etc. y, por otra, que hay doce estructuras básicas de “mamá” que estructuran nuestra vida hacia doce caminos diferentes.