Libérate*
Cuando intentamos controlar a la gente y a las cosas que no tenemos porque controlar, somos controlados por ellos. Abdicamos a nuestro poder para pensar, sentir y actuar de acuerdo con lo que mas nos conviene. A menudo perdemos el control sobre nosotros mismos. Con frecuencia, somos controlados no solo por la gente, también por enfermedades como el alcoholismo, o las tendencias compulsivas en el comer y en los juegos de apuesta. El alcoholismo y otros trastornos destructivos son fuerzas poderosas. Nunca se debe olvidar que los alcohólicos y otras personas con problemas son expertos controladores. Encontramos la horma de nuestro zapato cuando tratamos de controlarlos a ellos o a su enfermedad. Perdemos la batalla. Perdemos la guerra. Nos perdemos a nosotros mismos, a nuestras vidas. Como dice una frase en Al-Anon ; Tu no lo provocaste no lo puedes controlar; y no lo puedes curar. ¡Así que deja de tratar de hacerlo¡. Nos frustramos al máximo cuando tratamos de hacer lo imposible. Y generalmente impedimos que suceda lo posible. Creo que asirse fuertemente a una persona o cosa, o forzar mi voluntad sobre cualquier situación elimina la posibilidad de que mi poder superior haga algo constructivo acerca de la situación, la persona o yo. Mi afán de controlar bloquea el poder de Dios. Bloquea la capacidad de otras personas para crecer y madurar. Impide que los sucesos ocurran de una manera natural. Me impide a mi disfrutar de la gente o los eventos.
El control es una ilusión No funciona. No podemos controlar el alcoholismo. No podemos controlar las conductas compulsivas de nadie: comer en exceso, una conducta sexual exagerada, la apuesta compulsiva, ni ninguna otra de sus conductas. No podemos (y no es asunto nuestro hacerlo) controlar las emociones, la mente o las elecciones de nadie. No podemos controlar el resultado de los eventos. No podemos controlar a la vida. Algunos de nosotros apenas podemos controlarnos a nosotros mismos.
A fin de cuentas las personas hacen lo que quieren hacer. Se sienten como se quieren sentir (o como se están sintiendo); piensan lo que quieren pensar; hacen las cosas que creen que necesitan hacer; y cambiarán solo cuando estén listos para cambiar. No importa si ellos no tienen la razón y nosotros si. No importa que se estén lastimando a si mismos. No importa que nosotros podríamos ayudarles si tan solo nos escucharan y cooperaran con nosotros. NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA , NO IMPORTA.
No podemos cambiar a las personas. Cualquier intento de controlarlas es un engaño y una ilusión. Se resistirán a nuestros esfuerzos o redoblaran los suyos para probar que no podemos controlarlas. Podrán adaptarse temporalmente a nuestras demandas, pero cuando nos demos la vuelta regresaran a su estado natural. Y aun más, la gente nos castigará por obligarla a hacer algo que no quiere, o para ser como no quiere ser. Ningún control será suficiente para efectuar un cambio permanente o deseable en la otra persona. A veces podremos hacer cosas que aumenten la probabilidad de que la gente quiera cambiar, pero ni aún eso podemos garantizar o controlar.
Y esa es la verdad. Es una desgracia. A veces es difícil de aceptar, especialmente si alguien a quien amas se lastima a sí mismo a sí misma y a ti. Pero así es. La única persona que te atañe controlar eres tú misma.
Desapégate. Renuncia. A veces cuando hacemos esto el resultado que habíamos esperado sucede rápida, a veces milagrosamente. A veces no sucede. A veces nunca sucede, Pero tu saldrás beneficiado. No tienes que abandonar métodos constructivos, como la intervención profesional, para solucionar tus problemas. Lo único que tienes que hacer es poner tus manos emocionales, mentales, espirituales y físicas otra vez dentro de tus propios bolsillos y dejar a las cosas y a la gente solas. Déjalas estar. Toma cualquier decisión que necesites tomar para ocuparte de ti mismo, pero no las tomes para controlar a los demás. ¡Empieza a ocuparte de ti mismo!.
“Pero esto es tan importante para mí”, protestan muchos . “No me puedo desapegar”
Si es tan importante para ti, yo sugiero que es la razón más importante para desapegarte.
Escuche sabias palabras acerca del desapego de boca de niños chiquitos, de los míos. A veces mi hijo mas pequeño, Shane, se queda abrazado a mi fuerte y largamente después de que le doy un apapacho. Me tambaleo. Pierdo el equilibrio, y me impaciento con el porque me sigue abrazando. Comienzo a resistírmele. Tal vez lo hace para tenerme cerca mas rato. Quizá sea una manera de controlarme. No lo sé. Una noche que hizo esto mi hija nos miró hasta que ella misma se sintió frustrada e impaciente.
“Shane”, le dijo “hay un tiempo para soltarse ”.
Para cada un de nosotros , llega un tiempo para soltarse. Sabrás cuando ha llegado ese tiempo. Cuando has hecho todo lo que se puede hacer, es tiempo de desapegarte. Maneja tus sentimiento. Enfréntate a tus miedos acerca de perder el control. Gana control sobre ti mismo sobre tus responsabilidades. Dales a los demás la libertad para ser lo que son. Al hacerlo, te liberarás.
*Extracto CAP 7. del libro «Ya no seas codependiente»