Lo masculino y lo femenino
Autor: Eduardo H. Grecco
eduardohoraciogrecco@gmail.com
Una imagen poderosa de la unión de lo masculino y lo femenino, Vine y Olive, es la puesta del sol en el mar, símbolo de las bodas místicas de fuego y agua, la “boca del agua engullendo la cola del sol” (Ouroboros).
Si ahora imaginamos que el aceite (producto de muerte de la oliva) nutre al psiquismo, el vino (producto de la muerte de la uva) embriaga el alma y la harina (producto de la muerte del grano) al cuerpo, vemos como se hace palpable la danza de la unidad de las tres diversas y unitivas dimensiones de ser humano, psique, espíritu y cuerpo, en los tres últimos Ayudantes que descubre Bach.
Es posible imaginar a Wild Oat como producto trasmutado por los fermentos de Olive y Vine.
Los fermentos, blanco y rojo, plata y oro, luna y sol, que distinguían los alquimistas y que se corresponden a los dos grandes principios del universo, resultado de la primera diferenciación del Uno: mujer y hombre. En la antigüedad clásica a esta planta, Wild Oat, se la consideraba de género femenino, regida por Venus y relacionada con el elemento tierra. Lo menciono, en este juego de relaciones simbólicas por una razón: Culpeper señala que Gorse está bajo la regencia de Marte, aunque su parentesco con el Fresno, según la cosmovisión Celta, también le da atributos solares. Marte, el amante de Venus; Gorse el amante de Wild Oat. Interesante conjunción de remedios que la clínica hace evidente: cuando alguien ya no quiere seguir adelante hacer ninguna experiencia más y se hunde en la desesperanza y se rinde al destino, la firme suavidad venusina lo empuja a seguir el camino de “…adquirir experiencia, disfrutar todo lo que les sea posible y vivir intensamente la vida.” (Bach)
El Olivo, en la antigua Grecia, era considerado un atributo de Palas Atenea, la sabiduría de los Dioses, mientras que la Vid, por su parte, fungía como territorio de Dionisio, dios del vino, delirio, entusiasmo, éxtasis, danza, tragedia, fiestas y oscuridades. La una nacida de la frente abierta y el otro del muslo, de Zeus. Ambos, substitutos simbólico del útero materno de madres que murieron de modo trágico.
Les pido que, por un momento, observen esta extraña combinación: sabiduría y éxtasis, proporción y locura, justicia y trasgresión, la luz de la luz y la luz de la sombra. A primera vista, un matrimonio mal avenido.
Sin embargo, todo coordina si reparamos en el hecho que, Dionisio, era el nombre terrenal de Hades y comprendemos la metáfora de esta conjunción de la doble sabiduría, la que proviene de la luz y la que procede de la sombra.
El Olivo, en Grecia, simbolizaba paz y prosperidad, así como, resurrección y esperanza, temas vivos en las entrañas de Gorse. La regeneración de la vitalidad Olive, es sinónimo de resurrección.
Bach agrupa a Oak y Gorse, dos remedios que carecen de esperanza y que su ingesta la renueva, junto a Olive. Pero, así como el fruto del olivo hace resucitar la personalidad, la semilla del cereal al cuerpo, el de la vid al alma, Gorse revive la certeza personal en que uno traza y hace renacer su propio destino. Después de todo, el destino es una herida que debe curar el hombre.