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Luna en VIRGO

Luna en VIRGO
Autor: Dr. Franco Rossomando

Nivel de la emocionalidad básica.
Cuando la Luna se encuentra en este domicilio de Mercurio, terrestre y mutable, se experimenta una necesidad por conservar, mantener y sobre todo hacer lo necesario como para asegurar dos elementos fundamentales en la vida individual: la salud y la labor, con la cual, a su vez se garantiza la subsistencia en un nivel digno y eficaz.
La vivencia de gratuidad con que se obtienen y dan las cosas, propia del signo de Leo, se pierde aquí a favor de un pragmatismo mucho más realista y utilitario.
Existe una profunda vivencia virginiana que es el temor a perder la lozanía de la juventud. Aún en la más temprana infancia, esta vivencia se experimenta como sentimiento de inferioridad y de minusvalía.
La conciencia del propio cuerpo, como lo más tangible del propio ser produce, por un lado un contacto directo con las sensaciones corporales de tipo placenteras, pero por el otro, la inmediata percepción del más mínimo síntoma o signo anormal.
Se aprende así a valorar con un realismo muy intenso, la utilidad del propio Yo en función de las necesidades propias y ajenas., y como consecuencia de ello, también se valora en muy alto grado la utilidad del propio cuerpo, para estar disponible y al servicio de tales necesidades. De este modo, todo debe funcionar a la perfección. La más mínima falla podría hacer fracasar dichos objetivos, y los temores hipocondríacos aflorarían, no sólo para amedrentar al Yo, sino para reforzar el sentimiento de minusvalía.
Las necesidades afectivas generalmente son tamizadas por lo corporal y muchas veces, las demandas de afecto son mediatizadas por los mismos síntomas hipocondríacos. De este modo, el sentimiento de estar enfermo, garantiza secundariamente la atención y los cuidados del otro.
Así se corre el riesgo de recurrir a estos mecanismos cada vez que se experimente ansiedad o temores frente a la vida.
La vivencia temprana es que los padres no prodigan espontáneamente los afectos, no sólo hacia la propia persona sino entre ellos mismo, Esta situación genera una tendencia a reprimir tales expresiones afectivas, considerándolas riesgosas para el equilibrio del grupo familiar. De este modo se puede perder contacto con lo instintivo y emocional a costa de incrementar exageradamente la necesidad de hacer y de sentirse útil.
El Yo queda de este modo, desbalanceado con un predominio muy marcado de las funciones perceptivas hacia la realidad exterior, y de las normas que deben ser obedecidas constantemente.
El sentimiento de ser útil va unido generalmente a la compulsión a ser obediente, pero ese desbalance del que hacíamos mención, puede ser compensado abruptamente por las necesidades instintivas más profundas. De este modo surgen conductas contradictorias y que desconciertan por su carácter compulsivo, que tienden a hacer todo lo contrario de lo que se espera de ellos en un momento dado.
Otro aspecto de esta Luna es la dificultad para expresar el “no” como límite frente a las demandas externas y como modo de autoafirmación. Tal vez esta actitud tenga sus raíces en la vivencia de que los padres son muy exigentes, o por lo menos uno de ellos lo es, de modo que no se les puede decir no sin experimentar el temor a una represalia, o a la pérdida del afecto de ellos.
En general, la exigencia paterna está dirigida al aprendizaje del control de esfínteres, y por consiguiente con los hábitos higiénicos. Los rasgos obsesivos de esta Luna encuentran sus orígenes en esta situación. Desde el punto de vista psicoanalítico, los puntos de fijación se encuentran en esta etapa anal retentiva. Los sentimientos posteriores de vergüenza, pudor y timidez también se hallan enraizados en esta etapa.

Nivel de deseos y aspiraciones.
Cuando la Luna Natal se encuentra en Virgo, la Luna astral se ubica en Aries.
En este nivel de deseos y aspiraciones, la Luna Natal en Virgo aspira a conectarse con el Arquetipo Luminoso de Aries, es decir el Guerrero o el Héroe.
La característica saliente de esta configuración es la Autonomía., lo cual aporta rasgos de capacidad para afrontar dificultades con recursos propios y buenas aptitudes emocionales para brindar asistencia al prójimo.
El deseo es: “aspiro a no dejarme vencer por ninguna dificultad. Yo puedo con todo”.

Nivel de la Sombra.
Cuando la Luna Natal en Virgo funciona a través de sus pautas más regresivas se conecta negativamente con el Arquetipo de la Sombra de Aries: El Peleador. Toda la cuota de frustración de la Luna Natal en Virgo, su sentimiento de orfandad y soledad, aparecen a través de la agresión y la tendencia a establecer mucha aspereza en los vínculos, especialmente los afectivos. La imposibilidad de lograr un punto de vista objetivo en cualquier circunstancia de la vida emocional, provoca un estado de tensión con poca tolerancia a la frustración. De este modo todo queda subvalorado o sobrevalorado, y en cuanto a los demás, subestimados o sobreestimados. Si esto último es lo que prevalece, entonces, los temores frente a la vida intentan ser compensados a través de la necesidad de vincularse dependientemente con alguna figura sobre la que pueda proyectarse el arquetipo de Aries., con lo cual la minusvalía se intensifica cada vez más.
Esta actitud generalmente provoca en los demás, respuestas agresivas sobre la propia persona.

Mecanismos de defensa.
Temores hipocondríacos. La tendencia a descargar sobre el cuerpo, energías que deberían descargarse de un modo centrífugo, es decir, hacia el mundo exterior. Genera temores y sensaciones corporales displacenteras. En general se trata de fantasías acerca de padecer alguna enfermedad, que sirven para solucionar neuróticamente algún conflicto. Éste mecanismo además, simboliza el temor a las sensaciones corporales erógenas, producto de la represión.
Negación omnipotente: éste mecanismo intenta negar la percepción de la propia impotencia y la dificultad para enfrentar adecuadamente los conflictos. Es más, llega a negar el propio conflicto, y el Yo va asumiendo conductas evasivas, esquivas, o pseudoafirmadas. Por medio de este mecanismo, por ejemplo se puede llegar a decir que sí, cuando debería decirse no.

Nivel de somatización.
Se trata de una de las posiciones en la que la predisposición a somatizar es más alta y más frecuente.
Cualquier trastorno de la salud se ve intensificado por un estado de inquietud y desasosiego emocional, aumentando la percepción del propio padecimiento.
De este modo, la tensión emocional, el miedo y la ansiedad impiden que el proceso de curación se desarrolle de una forma normal. Es así que se ve retrasada la convalecencia y la recuperación.
Las tensiones emocionales generadoras de conflictos psíquicos parecen tener un efecto negativo sobre la flora bacteriana intestinal, la cual desarrolla mayor cantidad de colonias putrefactivas, con la consiguiente alteración del equilibrio energético general. Este estado de toxemia intestinal predispone al desarrollo de numerosas enfermedades crónicas, ya que se ve alterada la correcta función de asimilación intestinal, especialmente en lo que se refiere a elementos minerales.