Sexualidad femenina y cuerpo 5ta. parte
Eva mujer culpable
El arquetipo de la prostituta, nace de la imagen de Venus, que en sus inicios representa a una mujer hermosa, voluptuosa de curvas sensuales Es el símbolo de la madre nutricia, de la abundancia, de la creación.
Posteriormente, diferentes religiones, entre ellas el cristianismo, el judaísmo, el islamismo, tergiversan la historia y la presentan como la prostituta. Prostituta a la que solo la iglesia puede redimir.
Manuela Dunn Masceti, en su libro «La Canción de Eva», señala que
“según las escrituras gnósticas, fue Eva quien creó a Adán; lo hizo de sangre y arcilla, lo cual era una práctica común en el culto de la diosa y el Dios: modelar un hombre a imagen de Dios, para simbolizar el poder creativo de la Diosa. El mito existía antes del cristianismo: el mito de la diosa de todas las cosas y su amante (la serpiente) que moría periódicamente para resucitar y crear nueva vida”.
En el inicio, la mujer y su sexualidad eran consideradas sagradas, la puerta de acceso a lo divino. A través de la mujer, el hombre se iluminaba, entraba en contacto con lo divino. Hoy en día la mujer occidental está tan condicionada por los sentimientos de culpa, vergüenza, por el pudor, por la moral, a causa del mito de la tentación de Eva, manipulado durante siglos, que no puede encontrar dentro de ellas la fuerza del arquetipo. Y no se puede permitir el disfrute ni la vivencia plena de la sexualidad.
“Salir con los hombres como amigos me hace sentir culpable, aun sabiendo que no estoy haciendo nada malo y si tuviera sexo, pues me sentiría peor”
“Descubrir que cuando me quería soltar, disfrutar, ser completamente feliz, algo me impedía. Fue muy fuerte, contacte con mucha tristeza. Me dije: ya no quiero sentir dolor y tristeza y para ello, prefiero dejar de disfrutar.”
El proceso de contactar con el arquetipo de Eva para dejarlo atrás puede resultar doloroso, y por ello es que nos resistimos a hacerlo. La toma de la esencia nos ayuda a esta toma de conciencia:
“Cuando me las empecé a tomar, empezaron a pasar muchas cosas, muchos cambios en mi entorno. Contacté mucho la tristeza, el perder cosas, el no saber qué iba a ser para mí. Me sentía súper rara y muy muy triste. No podía dejar de llorar”
“Me resistía a dejar de ser la víctima. Me di cuenta que me gusta sentirme mal. Me di cuenta ahora de que me quedo en esa posición porque quiero”
La desconexión con nuestro ser real, con nuestra esencia de mujeres y la instalación de la culpa y la vergüenza, nos impiden conectarnos con la dicha y el bienestar. Y puede ser que proyectemos lo que sentimos en nuestra pareja o en otras personas que estén a nuestro alrededor. Los hacemos responsables de nuestra infelicidad, de nuestra incapacidad de gozar.
“Me di cuenta de que lo que tenía miedo es de “estar bien” Si todo está bien, busco pelearme. Además de hacerle las cosas difíciles a mi compañero, lo he culpado de muchas cosas. Me di cuenta de que no dependía nada de él. Me parece absurdo de haberle echado la culpa tantas veces, porque la que sentía culpa era yo”
La culpa es una emoción que nos deja en el lugar de niñas. Desde el filtro de la culpa, reclamamos a los otros y ponemos nuestra felicidad en sus manos. Mantener esta emoción nos impide crecer. Pasar de la culpa a la responsabilidad es lo que nos permite dejar atrás a la niña, para convertirse en la mujer adulta que se hace cargo de sí misma. Y a la vez, asumir lo propio, nos lleva al lugar de dejar que el otro se haga cargo de su parte. Y eso, necesariamente lo empuja también a asumir un lugar de adulto.
“Me di cuenta de que ya no quería seguir “pagando” ni permitir que los otros me sigan pidiendo que pague. Asumo mi responsabilidad, pero le devuelvo al otro lo que le corresponde”
“Al darme cuenta de poder ser como yo quiero, apareció la culpa. No me lo permitía. Cuando me lo permití a mí, también pude permitirles a los demás ser ellos mismos”
Eva, mujer culpable, la culpa que el patriarcado instaló como emoción en la vivencia de la sexualidad de la mujer, una forma muy eficiente de desconectarla de su capacidad creativa y sanadora.
Y una vez instalada la culpa invade todos los aspectos de la vida. Así, en la medida que logramos dejarla atrás en la sexualidad, logramos dejarla atrás en muchos otros aspectos de la vida. La culpa es una emoción que nos lleva a la involución, al estancamiento.
Y no solo a nosotras, sino a nuestros hijos, porque el sentirnos culpables nos impide soltarlos y por tanto los seguimos viendo como niños, cuando tienen que convertirse en hombres y mujeres adultos.
“He dejado muchísima culpa atrás, es nuevo para mí estar relajada, que no me importe. No estar tan pendiente de mis hijos. Antes me sentía culpable por los reclamos de mis hijos. Ahora ya no”
Una parte importante lo logramos a través de la conciencia corporal: darnos cuenta de aquellas posturas que tomamos que nos llevan a repetir patrones de conducta, de miedo, inhibición, limitación. Cuando lo hacemos consciente, podemos cambiar la postura corporal Parte del trabajo consiste en ir instalando las nuevas posturas y memorias corporales, practicarlas, y así poder recurrir a ellas cuando lo necesitamos.
Otro aspecto importante del trabajo con este arquetipo, es que la mujer recupere su voz, lo haga desde el lugar de la adulta y reconozca su sacerdotisa interior. Trabajar la prostituta, nos lleva a reconocer, confiar y ampliar nuestra intuición, nuestra sabiduría interior
“Me di cuenta de que estaba castigándome, de que no me escuchaba en lo que necesitaba, cuando realmente si lo sabía.”
Aprender a escuchar nuestra voz interior, significa dejar atrás el control y fluir con lo que la vida nos va proponiendo. Ello significa aprender a escuchar la voz del alma, alinear la personalidad con el alma:
“Ahora suelto, reconozco que no necesito sufrir, me libero de mi deseo de omnipresencia y control, mi vida fluye con flexibilidad y aceptación”
“Sentí como me estaba coactando a mí misma. Mi intuición me ayudó a descubrir que es lo que quiero hacer. Y me empezaron a llegar los mensajes”
El trabajo con Eva, con dejar atrás la culpa, con permitirnos el disfrute, nos permite recuperar nuestra intuición, nuestra conexión interior y entonces empezamos a saber lo que queremos para nosotras mismas y lo que no, independientemente de los mandatos sociales que nos rodeen
“Darme cuenta de lo que quiero y de lo que no quiero, Más conciencia de lo que puedo permitirme y de lo que no. Estoy en el trabajo de acabar de soltar, y de zambullirme aunque me de miedo”
Entre otros, cambia el mandato sobre el cuerpo:
“Me di cuenta de que no me acepto al 100% a mí misma físicamente y entonces me cuesta trabajo en cómo me vínculo con los hombres”
“De donde vienen más las críticas es de las mujeres hacia las mujeres Creo que estoy rompiendo el mito de cómo te percibes (corporalmente). No por lo que tienes más o menos, sino como tú te percibes”
Y también sobre la vinculación con los hombres:
“La liberación de las creencias de que si no estoy con alguien no voy a poder, no voy a estar feliz. Me doy cuenta de que me siento tranquila, y quiero otro tipo de relación”
“Permitirme ver al otro desde una nueva faceta, al permitirme abrirme al otro y permitir que el otro entrara en mí, contacté con otro sumamente más amoroso. Y él me sintió a mi mucho más independiente”
“También me permití mirar los cuerpos masculinos en su totalidad, plenamente, en todos los sentidos, sin necesidad de disfrazarlo y sin sentirme culpable por ello”
Dejar atrás todos estos sentimientos de culpa, auto exigencia, juicio etc, y contactar con nuestra intuición y con el placer y el goce que la vida nos propone, nos lleva a dar un paso más en nuestra capacidad creadora. Empezamos a darnos cuenta de que lo que es posible interiormente, se manifiesta exteriormente, lo que ocurre adentro se materializa afuera:
“(…) ¿cómo puedo ser tan feliz? ¿Cómo puede estar todo tan bien? Ahora me lo estoy permitiendo. Y me he dado cuenta de que cuando se acomoda adentro empieza a surgir afuera”
El arquetipo de Eva es ya una herramienta iniciática. Y el trabajo empezado con este arquetipo se complementa con el de Afrodita, el siguiente eslabón de nuestro recorrido.
Cahuita, Costa Rica Octubre 2013
Núria Camps i Salat
(Continuará)