T.V.P. desde mi experiencia – 2da parte
A lo largo de estos años se me han ido presentando los casos con un nivel de dificultad progresivo, pero siempre acorde con mi nivel de preparación como terapeuta. Por eso sé que la casualidad no existe.
Durante los meses siguientes a la terminación de mi primer módulo en mi formación como terapeuta no se me presentó ningún caso de Almas perdidas en mis pacientes.
Como ya dije antes, en la mente de un terapeuta no pueden existir los límites, y si existen, es muy posible que vengan impuestos por nuestros miedos. Si esto sucede, yo aconsejaría dejar de ejercer esta profesión durante un tiempo y someternos a la terapia como pacientes hasta encontrar el origen de nuestros miedos, ya que si seguimos, flaco favor le vamos ha hacer a nuestro paciente cuando rechacemos la experiencia que su Alma está reviviendo.
Gracias al trabajo que realizamos con la muerte en vidas pasadas, llegué a entender este proceso de desencarnación, contemplando que es inverso al nacimiento, y que, al igual que éste, es el mecanismo por el cual llegamos a esta vida. Mediante la muerte nacemos a nuestra propia esencia y volvemos a la Luz.
Pero no es tan fácil como parece, porque en ese momento de la desencarnación son muchos y muy numerosos los factores y las situaciones que pueden hacer que nos quedemos atrapados en el plano terrenal y no podamos irnos directamente a la Luz.
Al quedarnos en el plano terrenal llega un momento en el que nos enganchamos en el campo vibratorio de un ser encarnado porque nos atrae su luz o su energía. A partir de ahí empezamos a influir, a veces con la mejor intención, en el pensamiento, la voluntad y el comportamiento de ese ser, al cual, en su entorno, pueden empezar a etiquetarlo de que “está poseído”.
La iglesia católica contempla actualmente la figura del sacerdote exorcista para tratar a este tipo de pacientes. En España hay varios que se dedican oficialmente a esto.
El trabajo del exorcista consiste en hacer salir al espíritu maligno del interior de la persona poseída, para lo cual se limita a expulsarlo de ahí en el nombre de Dios.
El exorcista destaca como síntoma capital de la persona poseída “el sansonismo”, es decir, la fuerza física tan extraordinaria que desarrolla la persona poseída. Tan es así, que a veces al poseído es necesario que lo sujeten entre varias personas para que el exorcista pueda hacer su trabajo.
En mi experiencia como terapeuta, los casos de posesión espiritual se me han presentado con una frecuencia de aproximadamente el 25% del total de las experiencias que hasta el momento actual he acompañado.
La mayoría de las veces se trataba de familiares o amigos del paciente que después de su muerte se habían quedado pegados en su campo vibratorio. Otras veces se trataba de entidades que venían desde hacía varias vidas pegándose al campo vibratorio del paciente en cada nueva encarnación para protegerlo o para llevar a cabo el cumplimiento de un juramento o una venganza.
Todos estos seres que después de desencarnar quedan atrapados en el plano terrenal, en realidad son seres que están sufriendo, porque la confusión en la que se encuentran al no haber marchado a la Luz les hace profundizar en la oscuridad.
Y sé que existe la oscuridad, porque cuando he trabajado con este tipo de seres, a través de mis pacientes, ellos mismos me han dicho que están o que pertenecen a la oscuridad, y todos ellos coinciden en la cantidad de tiempo, a veces siglos, que llevan atrapados allí, aunque para ellos sólo sea un segundo.
También he podido constatar que, cuando a través del paciente aparece un ser de la oscuridad, presenta “sansonismo”, pero nunca he necesitado que lo sujeten para poder hacer la terapia.
En los casos de posesión siempre he tenido presente que no soy exorcista (con todos mis respetos para quien así se considere), sino que soy terapeuta de T.V.P., y como tal, tengo que tener siempre presente que “estoy ante un ser que, por muy oscuro que sea, es un ser de luz que está sufriendo por estar en la oscuridad”.
A ese ser no le voy a ayudar expulsándolo de donde está, porque si así lo hago, voy a acrecentar aún más su confusión y además se va a volver a pegar a otro ser encarnado o incluso al mismo del que le acabo de expulsar.
Como terapeuta, le voy a ayudar a recordar qué es lo que le pasó a su cuerpo y que pasó cuando lo perdió. De esta manera, él va a empezar a entender que una vez murió pero no tuvo conciencia de ello por las circunstancias que fueran, y entonces es cuando va a saber que sigue vivo porque la muerte no existe como el final de nada, sino que es un paso más en su evolución.
Llegado este momento es cuando les hablo de volver a casa, a ese lugar del que una vez vinieron para tomar ese cuerpo que perdieron. Y es curioso observar cómo ese ser de la oscuridad que al principio de la sesión estaba bravo, violento y con mucha bronca, ahora está sumiso, a veces llorando, pidiendo perdón por todo lo que ha hecho y considerándose no merecedor de volver a la Luz.
Y es entonces cuando se da cuenta de que también a él, en el momento de su muerte, la Luz o los seres de Luz lo estaban esperando, y es ahora cuando toma conciencia de que aún lo siguen esperando y deseando que vuelva. Y en ese instante es cuando te da las gracias por la ayuda prestada, y por decisión propia se marcha, siendo el paciente quien tiene la suerte de observar cómo este ser por fin se va a donde tiene que estar.
En el plano del Alma no existe el tiempo ni el espacio, no hay distancia. Por eso hay pacientes que en estado expandido de conciencia son capaces de contactar con seres presentes en el campo vibratorio de otra persona y hacer con ellos el mismo trabajo que han realizado con los que estaban en su propio cuerpo vibratorio, realizando así el trabajo de desposesión de aquella otra persona.
Para la terapia de desposesión siempre utilizo cuatro armas muy efectivas, que son: la comprensión, la compasión, la paciencia y el amor al ser que tengo delante.
Para terminar, déjenme decirles algo:
• Trabajar con el Alma de mis semejantes es un trabajo sagrado.
• La T.V.P. es una potente arma terapéutica, capaz de solucionar casos que por otras vías son insolucionables.
• Pero no es la panacea, y que nadie crea que lo soluciona todo.
• Doy gracias al universo por haberla puesto en mi camino, porque, como ser humano, me ha ayudado a encontrarme a mí mismo, y como médico, me ayuda a solucionar casos que antes nunca hubiera solucionado.
• Como terapeutas, aléjense del ego y de la fascinación, porque cualquiera de los dos les va ha hacer daño y les va a frenar en su propia evolución.
Con la T.V.P. empezamos a comprender quiénes somos, de dónde venimos y con qué misión nos encarnamos de nuevo en este planeta. Llegamos de un mundo de luz donde impera la paz y el amor, tomamos un cuerpo físico, y desde que tenemos uso de razón empezamos a darnos cuenta de la hostilidad que nos rodea.
¿Se imaginan un mundo en el que los seres humanos, desde el momento del nacimiento, mantuviésemos la conciencia de dónde venimos, y que al llegar al uso de razón recuperáramos e hiciésemos presente todo lo ocurrido en nuestras experiencias en cuerpos anteriores y los efectos de nuestras acciones sobre los demás?
Sería un mundo poblado por seres humanos con una coordinación interhemisférica total y, por consiguiente, en un constante estado expandido de conciencia; cada uno con el conocimiento pleno de toda su historia, y poseedores de la sabiduría y de la experiencia acumulada a lo largo de tantas y tantas experiencias vividas.
Estoy seguro de que sería un mundo diferente, caracterizado por la interdependencia y comprensión entre sus gentes, sabiéndonos poner en el lugar de los demás, identificándonos con nuestros semejantes y sintiéndonos parte del todo.
En ese mundo se destierran guerras y conflictos, odios y venganzas; en él ya no habría lugar para todo esto, porque estaría poblado por seres que saben de dónde vienen y saben a qué han venido, y durante el tiempo que durara su experiencia en este nuevo cuerpo, vivirían bajo una sola bandera: la de la paz y el amor.
Mi intención con esta ponencia ha sido la de compartir con todos ustedes mi experiencia como terapeuta de T. V. P., adquirida gracias a que mis pacientes me eligieron como terapeuta para acompañarles en las terapias regresivas, a través de las cuales he podido observar que no somos lo que vemos, sino que en realidad somos lo que no vemos.
Les dejo con un pensamiento: creo que somos seres espirituales viviendo experiencias como humanos.
Fin