Una Terapia Floral Integrativa- Última parte
La preparación del terapeuta
Para esto se necesita de un entrenamiento que no puede llevarse a cabo sino con uno mismo; y aquí establecemos otra nueva diferencia con la TERAPIA FLORAL convencional, con la medicina y la naturopatía. Ni para la una ni para las otras es necesaria la inmersión en aquello que la psicoterapia propone como básico para sentarse frente a un paciente: la psicoterapia del terapeuta floral.
Para el TERAPEUTA FLORAL INTEGRATIVO esto es muy importante. Pero nos diferenciamos de la psicoterapia y decimos: el TERAPEUTA FLORAL INTEGRATIVO no necesita tanto de una psicoterapia como de una TERAPIA FLORAL integradora. Es revelador atravesar la experiencia de ser escuchado por un experto en esto que no es psicoterapia, ni medicina, ni naturopatía, ni TERAPIA FLORAL tradicional.
Y no perdamos de vista otra diferencia: el proceso de supervisión de la propia labor terapéutica floral integra-dora por un TFI con más experiencia (que a su vez, también supervisa su propio trabajo). Esta es nuestra garantía de calidad.
Demos paso al siguiente punto:
La escucha del organismo. Una conjuntivitis alérgica
Gracias al trabajo de Bach (el caso del electricista, Bach por Bach, pag. 108) y a la sistematización de Orozco, la enfermedad física puede tratarse en el mismo lugar donde se ha hecho un sitio: el cuerpo. Y esto señala un entrenamiento a la escucha y una forma de diagnóstico diferente y complementario al anterior con, además, toda una serie de repercusiones. Sabemos que el tratamiento floral de los síntomas de una enfermedad física repercuten en todo el sistema del paciente. Recuerdo cuando el tratamiento de una fobia en una mujer dio un giro extraordinario en el momento en que decidimos tratar su síndrome premenstrual doloroso con esencias florales siguiendo el método de Orozco (al que se sumaron esencias de California). E inversamente, la escucha y el tratamiento floral en un paciente varón, de una persistente inclinación a sufrir lo que él llamaba “Abandonos afectivos por parte de las mujeres de mi vida”, acabó con su faringitis crónica. Y esto sin duda habla de la relación entre el cuerpo y la mente (aunque insisto que no todo se puede explicar a partir de esta relación inevitable). Sabemos, y Grecco lo repite hasta el cansancio, que la sombra junguiana encarna en el síntoma físico. Ya hay una forma de aproximarnos a una primera lectura de la misma que nos permita conocer cuáles son los afectos excluídos de la consciencia del paciente y enviados al cuerpo: la traducción floral de Orozco. Pero, y esto deseo que quede claro, no estoy diciendo que la enfermedad orgánica es sólo la encarnadura de la sombra junguiana. Ya sabemos –y muchas cosas más que no sabemos- que la enfermedad es consecuencia de estar vivos y en ella concurren múltiples factores, que no solamente lo inconsciente individual y lo colectivo junguiano.
Pero digamos algo obvio: el cuerpo es material, se ve, se toca, se mide. El cuerpo es previsible: me golpeo con la punta de un escritorio y exactamente donde me golpeé aparece un moretón, hete aquí un efecto de una causa. No podemos decir lo mismo de la mente: sufro un golpe emocional y Dios sabe dónde dejará su huella. Esta literalidad del organismo favorece en mucho la traducción de los síntomas físicos en términos de esencias florales. Descubrir, y seguir insistiendo en la enseñanza e investigación de esta pasmosa literalidad, es la obra de Orozco.
Para dominar con cierta pericia este arte tenemos que aprender el sistema de equivalencias que son los Patrones Transpersonales [1] [S1] así como es deseable saber de Anatomía y Fisiopatología, o un muy buen libro de consulta y la tranquilidad del que no sabe pero pregunta e investiga. Mientras más nos informemos cómo cursa una conjuntivitis alérgica, mejor podremos recoger todos sus síntomas con esencias florales:
• VERBENA (VER), para la inflamación, que es una sobreexpresión;
• CRAB APPLE (CRA), para la infección;
• BEECH (BEE), para la intolerancia a la luz (siguiendo el ejemplo que da Orozco en uno de sus libros).
Pero la escucha integradora demanda del TFI una nueva y más compleja asociación entre lo que venimos escuchando que dice de sí el paciente y las emociones de las que hablan las esencias resultantes de esa traducción isomórfica: fanatismo (VER), fijación melindrosa (CRA), e intolerancia (BEE).
Si retomamos el ejemplo que Orozco da de la conjuntivitis podemos pensar que el paciente que la padece está excluyendo de su consciencia de sí afectos de tipo VER, CRA y BEE. Y si estas esencias surgen también en la conversación como aspectos infrautilizados: ausencia de entusiasmo y coraje realizador (un VERBENA “sofocado”, diría Grecco), déficit en la discriminación (CRA), o falta de un sentido crítico de la existencia (BEE); o sobredimensionados: hiperactividad (VER), rituales obsesivos (CRA), pedantería e intolerancia (BEE), tendremos entonces no solo una doble razón (e indicio) para incluirlas en el tratamiento, sino una importante cuestión que conversar terapéuticamente para facilitar la transformación de los afectos VER, CRA y BEE en una nueva verdad, y una diferente narración de sí que pueda resultar en una mejor comprensión, disposición y organización de la vida de nuestro paciente. Y si aquellas esencias no aparecen en el relato del paciente, entonces será interesante que el TFI se pregunte por ellas.
Veamos mejor esto.
«Un carcinoma en el útero»
Estoy pensando en una paciente con rasgos CENTAURA –además de otros [2] -. La LLamaremos Elena. Vino a consulta con un carcinoma acotado pero creciente, de bajo riesgo, que volvía a repetirse por cuarta vez en 7 años, esta vez en el útero. Una patología VERVAIN (aumento progresivo de tamaño, su vientre lucía como de 7 meses de embarazo), CHERRY PLUM (descontrol celular), CHICORY (por su ubicación y porque decía “Es mi bebé”, mientras acariciaba su vientre), VINE (duro, tenso, acotado) y CHESTNUT BUD (por la repetición). Gracias a la traducción isomórfica podemos aventurar, en esta primera entrevista, que hay algo que Elena dice orgánicamente ¿de qué se trata? Veamos pues.
Estamos ante una dócil mujer con estriaciones CENTAURA, y en este caso en particular, con una importante inhibición de aspectos dinámicos, autónomos e impulsivos del tipo VER-CHP-VIN-CHI. En el cuerpo de Elena se puede leer algo acerca de sí misma que dice con determinados síntomas -que responden a una traducción isomórfica determinada- no con palabras. Palabras –es decir, consciencia- serán las que habremos de ir colocando en ese lugar.
Y podemos seguir pensando en algo más: si las esencias también son relaciones, puesto que los afectos que ellas tratan se construyeron en el marco de diferentes relaciones, no está de más la pregunta –que no la única posible- por alguna relación inflamada, violenta, tiránica y posesiva tipo VER-CHP-VIN-CHI en la vida de Elena ¿Con quién se ha relacionado de esta forma? o bien, ¿la visión de cuál relación habrá facilitado ese triste testimonio orgánico? Observemos que la traducción de Orozco nos puede servir como guía para una lectura y una interrogación más profunda (que no necesariamente habremos de formular a la paciente, basta que nosotros estemos al tanto de esa posibilidad).
Entonces, la literalidad del cuerpo permite la pregunta por un grupo de afectos [3] y por un sistema de relaciones. Y esto, no es poca cosa.
Y efectivamente, relata Elena que ha tenido una madre castigada, y dice: “Mi madre fue una víctima (CHICORY) de mi padre que era violento y alcohólico”, es decir: excesivo y descontrolado (VERBENA, CHERRY PLUM, VID) que repetía a diario (CHESTNUT BUD) sus amenazas y castigos. Sabemos que importará sobremanera que nos adentremos conversando y con esencias florales en la trama de ese vínculo y la complejidad de sus repercusiones (en su cuerpo, en sus proyectos, en sus relaciones con familia, amigos compañeros, hombres, y …mujeres) para que esta paciente recupere para sí algo de la expresión personal de las virtudes que desarrollan VER-CHP-VIN-CHI-CHB. Y observen que no digo que incluiremos en el tratamiento las cuatro esencias que acabamos de mencionar para evitar el agravamiento, para que sane y no se enferme, para que cure… diferentes formas de conjurar eso tan temido que es la muerte. Digo que incluiremos esas esencias para desarrollar la virtud opuesta a esos excesos y/o deficiencias anudadas a su cuerpo-mente. Porque aunque mi deseo como terapeuta floral es que su cáncer desaparezca y que esa mujer deje de sufrir -¿es que hay algún terapeuta que esté absolutamente libre de la domesticación del deseo de ser a imagen y semejanza de Dios?- el último objetivo de nuestra intervención no deja de ser un objetivo trascendente: el desarrollo de la virtud retenida en el cuerpo de Elena.
Quisiera poder extenderme en los procedimientos y el testimonio de las ventajas clínicas que conlleva este tipo de lectura asociativa. Pero concluiré diciendo, por ahora, que el método de Orozco, aplicado a la conversación y escucha terapéutica integradora, permite que la enfermedad pueda ser puesta inmediatamente al servicio de la transformación del paciente, independientemente del éxito orgánico de tal procedimiento [4] .
Pero avancemos. La mente enferma a la mente y al cuerpo (que también se enferma por causas genéticas y otras); más, la sociedad, la cultura y el medioambiente, producen patologías, que deben ser tenidas en cuenta y asociadas a lo anterior a efectos de producir un diagnóstico y tratamiento complejo. Complejo, no es complicado, es elaborado, sofisticado, integrador; no somos maquinarias simples.
La escucha de la cultura, la sociedad y el medioambiente
Estas tres dimensiones: cultura, sociedad y medioambiente, tienen a su vez diferentes posibilidades de escucha, análisis, asociación y terapéutica floral. Podemos pensar a la cultura, la sociedad y al medioambiente, como agentes productores o agravantes de enfermedad -física y mental- y también como agentes de curación. El modo en que una cultura responde, piensa, trata intelectual y afectivamente una determinada enfermedad (SIDA, Síndrome de Down, locura) tiene un importante impacto en el bienestar o no del individuo que la padece. Hablamos de la aceptación cultural de la enfermedad.
Pero también el modo en que la sociedad con sus recursos, responde a la enfermedad con efectividad o no. Existen factores materiales, económicos y sociales, que si bien no son parte del cuadro mórbido pueden ser causa de enfermedad o incluso acabar con la vida del sujeto que las padece. Hay personas en España que agravan o mueren a diario por cuestiones burocráticas inherentes al deficitario servicio de la Seguridad Social. Por no hablar de los millones de niños que mueren diariamente porque sus gobiernos no son capaces de distribuir adecuadamente los alimentos, el agua, o los preservativos.
Asi mismo el medioambiente enferma: las vacas locas, el petróleo en los mares, la lluvia ácida, los tendidos eléctricos, las centrales nucleares o las antenas de los móviles, cuestiones que la publicidad, las modas y los intereses económicos insisten en evitar.
Es decir, debemos aprender a escuchar (y a formular floralmente) en nuestros pacientes, la naturaleza «multiestratificada» de la enfermedad y la curación, especialmente para no generar culpabilidad, esa tremenda culpa que produce la idea de que nuestras enfermedades son, exclusivamente, consecuencia de nuestra maldad hacia nosotros mismos y/o nuestros semejantes.
Queridos amigos y compañeros, la terapia floral debe revisar una de las afirmaciones menos afortunadas del Dr. Bach (que fue capaz de formular otras tan apropiadas):
“En el futuro, nadie se jactará de estar enfermo; por el contrario, la gente se sentirá avergonzada de su enfermedad, como lo estaría de haber cometido un crimen” (Bach por Bach, pag. 39).
Hoy en día entendemos que enfermedades que se adjudicaban a factores psicológicos obedecen a causas genéticas, culturales, sociales, biofísicas… [5] Es importante tratar la enfermedad (sabiendo que nunca dejaremos de ser enfermos) utilizando procedimientos y esencias congruentes con el ámbito donde ella se manifiesta o produciremos culpa y desesperación, eso mismo que Bach se esforzó tanto en evitar con sus remedios.
Y quiero cerrar con algo que no podré tratar pero enuncio: las consecuencias de la modelación que operan la cultura y la sociedad, sobre nosotros y nuestros pacientes, cuestión que no podemos dejar de considerar en el marco del tratamiento individual, y que las esencias WALNUT y CERATO de Bach, dan una idea cabal de su terapéutica.
La TERAPIA FLORAL INTEGRATIVA debe poder producir con el paciente una crítica, integración y diferenciación de sí mismo respecto al orden social, es decir, colaborar a que el paciente pueda distinguirse –que no es rebelarse tozudamente- de la influencia de la publicidad, modas, ideologías y política, teniendo presente, en el marco de la escucha y la conversación terapéuticas, de qué manera estos sistemas de intercambio construyen desórdenes psicológicos y físicos en cada uno de nuestros pacientes [6] .
Tarea casi imposible como abundante son las consecuencias de su intento.
Y como todo no se puede decir nunca, continuaremos conversando en otra oportunidad. Gracias por vuestra atención.
Notas:
[1] Transpersonal, palabra que abarca y contiene en su misma definición: lo pre-personal (el cuerpo); lo personal (la mente); lo transpersonal (el espíritu). El Patron Transpersonal (PT) será entonces una palabra, generalmente un nombre, lo suficientemente abarcador e inclusivo (transpersonal) tal que permita una defini-ción de un estado suceptible de ser observado y experimentado a nivel corporal, mental y espiritual. Y cito a Orozco: “Por ejemplo, Scleranthus, vibra de una forma que podríamos definir como estabilidad, siendo su función terapéutica la detección y corrección de todo patrón vibracional relacionado con la inestabilidad, cualquiera sea el individuo o ser donde ésta se manifieste.” Así es que el PT de Scleranthus será “inestabili-dad” y la inestabilidad que Scleranthus modere será aquella que afecte y detectemos a nivel físico, mental o espiritual. Para más información ricardoorozco@eresmas.net
[2] No hacemos lecturas caracteriales porque son limitadoras: limitan la visión del paciente a un solo cristal a través del cual se observa todo su repertorio de síntomas y humanidad y, lo más preocupante, estrecha nues-tra actitud terapéutica. No me extraña que Bach decidiera dar carpetazo a su teoría de los 12 tipos florales.
[3] Estoy recordando, además, las importantes consecuencias de este tipo de lectura e interpretación del síntoma físico en el tratamiento de los pacientes en estado de coma severo, que no hablan sino con sus conmovedores síntomas físicos. Ahora, interpretando isomorficamente tales síntomas, podemos escuchar y tratar floralmente esos alternantes, violentos, y claudicantes estados emocionales para continuar favoreciendo, gracias al tratamiento floral terminal, la evolución de su consciencia en los momentos de agonía, es decir, a que muera en paz.
[4] Que suele ser estupendo en tantos casos, como bien podemos ir testimoniando los que abordamos la complejidad del cuerpo con esencias florales.
[5] Un interesante tratamiento de esta afirmación podéis encontrarlo en “Gracia y Coraje” de Ken Wilber.
[6] ¿De qué forma estos discursos se introducen y combinan con su historia particular, produciendo una verdad que opera limitándolo, desesperándolo, enfermándolo psíquica y orgánicamente? En resumen: impidiendo su diferenciación.